xoves, 19 de novembro de 2009

Regreso a la filmación del infierno


'Shoah', la monumental película de Claude Lanzmann sobre el Holocausto, revive en DVD a los 24 años de su estreno - Son 9 horas de un total de 350 rodadas

JOAQUÍN ESTEFANÍA- El País- 19/11/2009

En las últimas semanas han aparecido, en distintos formatos, dos películas que desvelan dos exterminios ocurridos en los años cuarenta del siglo pasado (la década más sangrienta de la centuria), y que rompen el intento de los genocidas de que sus actos permaneciesen ocultos. Para mayor interés, los asesinos pertenecían a dos ideologías contrapuestas -el comunismo, el nazismo- cuyo común denominador era el odio a la democracia. Se trata de Katyn, del polaco Andrzej Wajda, y de Shoah, del francés Claude Lanzmann.

Katyn, estrenada en 2007 y exhibida en los cines comerciales españoles (todavía está en la cartelera), cuenta la matanza de más de 20.000 militares polacos a manos del Ejército Rojo, en 1940, mientras la URSS invadía Polonia. En la película se narran los últimos días de las víctimas antes de ser enterradas en el bosque de Katyn, en las proximidades de Kiev (Ucrania).Shoah fue estrenada en 1985, después de 11 años de trabajo de su director, el periodista Claude Lanzmann (París, 1925), director muchos años de la revista Les Temps Modernes, que fundó Jean-Paul Sartre. Desde entonces, sólo los circuitos de enterados la pudieron ver en España: dos días en un cine comercial en Madrid, sin traducción en castellano; durante unas jornadas en el Instituto Francés; su emisión en la madrugada, y casi sin publicidad, por La 2 de TVE... Poca cosa más. Ahora aparece en versión DVD (Filmax), con subtítulos en castellano.

'La solución final'

Se trata de más de nueve horas de proyección (de las 350 horas que fueron grabadas por Lanzmann) en las que sin imágenes de archivo, sin música que multiplique las emociones, sin secuencias de ficción, con los campos de concentración tal como estaban en el momento en que fue filmada, sólo a través del relato desnudo, se describe el proceso de producción del exterminio de seis millones de judíos: la solución final adoptada por los nazis en Wansee, en los alrededores de Berlín, a principios de la década de los cuarenta. Son cuatro largos DVD, rodados sin amenidad ni concesiones. Una película imprescindible, sin retórica alguna.

Al tiempo, aparece en España un libro de la misma categoría. Se trata de Desde aquella oscuridad. Conversaciones con el verdugo (editorial Edhasa) en el que la periodista e historiadora Gitta Sereny entrevista en los años setenta a Franz Stangl, comandante de los campos de exterminio de Sobibor y Treblinka, cuando el nazi se encontraba en prisión después de ser juzgado por genocidio. Stangl había sido sentenciado a cadena perpetua como corresponsable del asesinato de ¡900.000 personas! en Treblinka. Murió de un ataque al corazón al día siguiente de la última sesión de preguntas de Sereny. Treblinka, y otros campos del universo concentracionario como Sobibor, Bélzac o Chelmno -que aparecen abundantemente en Shoah-, eran espacios dedicados única y exclusivamente al exterminio sistemático. En Treblinka se "procesaban" (asesinaban) -en concepto desarrollado por su comandante en el libro citado- hasta 5.000 personas en tres horas.

En las relaciones de los nazis con los judíos hubo dos etapas; en la primera, de 1933 a 1939, los judíos son perseguidos, como en otros recovecos de la historia, pero no asesinados. Luego llega la guerra y las ejecuciones en masa, que son lo específico del nazismo: la solución final, como destaca en Shoah el historiador Raúl Hilberg.

El filme describe con desnudez el proceso de producción de la muerte en masa, desde los primeros momentos, en los que se utilizan artesanalmente los camiones como cámaras de gas usando los tubos de escape (anhídrido carbónico), hasta el gas zyclón, que mataba a las víctimas en 10 o 15 minutos como máximo. A Treblinka, por ejemplo, llegaban los trenes en convoyes con 40 o 50 vagones de gente hacinada; las ventanillas tenían alambre de púas para que no pudiesen escapar. En el techo se situaban los "perros de sangre", como llamaban a los ucranios o letones. Estos últimos eran los peores, según los testimonios filmados. Al llegar los prisioneros se los desnudaba y se les quitaban los anillos, y en dos horas todo había terminado. Las mujeres y los niños eran los últimos, y esperaban al raso a unas temperaturas de entre 10 y 20 grados bajo cero. La secuencia era la siguiente: primero, el tren; luego, el desfiladero (que llaman "el camino del cielo") donde se tenían que desnudar y esperar a que acabasen con los anteriores; a continuación, la cámara de gas; más allá, el horno crematorio y por último, en algunos lugares como Auschwitz-Birkenau, "el lago de las cenizas", donde las arrojaban tras la cremación. Para los viejos y enfermos, la última estancia no era la cámara de gas, sino el "hospital", una fosa en la que se les daba un tiro en la nuca.

Uno de los nazis que entrevista Lanzmann, filmado con cámara oculta, eleva el tono con indignación cuando dice que a los hombres se les pegaban culatazos y latigazos para que entrasen en las cámaras de gas donde presuntamente se les iba a despiojar, pero "nunca a las mujeres y a los niños". Entonces, el director le pregunta: "¿Por qué tanta humanidad?". (...)

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