xoves, 3 de decembro de 2009

Archivos sin planes



En precario. Fotógrafos y especialistas denuncian la descoordinación y falta de medios para conservar la memoria visual

PEIO H. RIAÑO - Público - 02/12/2009

Antes de los planes, pancartas. Es el resumen del estado de los fondos documentales fotográficos en España. Hay instituciones, hay personal, hay voluntad, como reconoce Valentín Vallhonrat, pero no hay presupuestos ni coordinación. "Cómo es posible que dos instituciones estatales se estén peleando por un archivo, el Centelles, cuando todas las actitudes deberían ser de colaboración. No hay un plan de actuación sobre el patrimonio fotográfico, sobre todo, porque en este país no hay una definición clara de lo que es patrimonio fotográfico", define la situación Vallhonrat responsable del rescate del archivo más impresionante de los últimos años: el del fotógrafo de prensa Marín (1844-1944), cuya familia conservó 18.000 documentos.

"Lo caro no es comprar un fondo, lo caro es conservarlo", aclara Cristina Usón, jefa del Servicio de Reproducción del Archivo Histórico Nacional. Por las manos y los escáneres de su equipo han pasado miles de documentos fotográficos como los de los archivos Alfonso o Vicente Rojo, piezas capitales de la memoria visual de la España de los años treinta y cuarenta. Parece que el metro cuadrado de conservación es costoso. Lo sabe de buena mano Usón, porque todas las copias de seguridad de cualquier archivo en poder del Estado figuran en su catálogo. En estos momentos trabajan con cintas de LTO3, que contienen hasta 400 GB de información. Sin saber si este formato será el definitivo o la tecnología les devolverá en un par de años otro revés como ocurrió con el mito del microfilm.

Sea como sea, todo apunta a que en los próximos días se hará una entrega técnica, "discreta y amable", aseguran fuentes del ministerio, por parte de los herederos del archivo Centelles a las puertas del Ministerio de Cultura, y más tarde otra oficial y con foto. Cuando llegue todo ese material, casi 20.000 negativos, lo primero que hará el equipo será trasladar sus bártulos allá donde sea depositado el fondo. "Los fondos no se deben pasear", explica Fernando Gutiérrez, técnico del Servicio de Reproducción.

Trabaja siempre con guantes para no lastimar el documento ni manchar la superficie del escáner. Vive entre grandes pantallas, cientos de cintas y el PhotoShop. Fernando explica que es probable que tarden en digitalizar el fondo Centelles aproximadamente un año, si no hay que comprar equipos nuevos. Recuerda que para el archivo de Alfonso llegaron a adquirir ocho, que trasladaron al Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. Además, hay que sumar el proceso de descripción de cada foto, que data lo que aparece en ella.

Fernando habla del estado de conservación de los negativos como una incógnita. Nadie ha visto el fondo Centelles todavía y no saben en qué estado llegará a sus manos. Lo normal es que se haga un escaneado de seguridad nada más llegar por si la restauración interviene más de la cuenta. Explica que el blanco y negro se degenera mucho menos que el color, y que puede durar hasta 100 años sin descomponerse. "Los negativos son enfermos desde que nacen, como las personas", apunta. Y añade algo muy particular de estos materiales tratados por Agustí Centelles en el campo de concentración francés de Bram: la conservación en cada fotógrafo es distinta, porque cada uno tenía sus procesos en el revelado, más en un estado como en el que trabajó Centelles. "A saber de dónde sacó el agua para el proceso químico, y de dónde llegaban los materiales que le pasaban. Son gelatinas que se hacen con cola de pescado, sales de plata carne de cañón para la descomposición". Usón en ese sentido añade rotunda: "Además, el mayor enemigo del documento es el hombre".

Todos muertos

Los fotógrafos que dejan su archivo a una institución están muertos, no hay archivos de autores vivos. Son los herederos quienes gestionan el legado y una posible venta. Es el caso de Ramón Masats (Caldes de Monbui, 1931), que ha decidido dejar todo su trabajo a sus hijos. Hasta que él muera, los casi 3.000 negativos que se conservan de su mítico trabajo en los Sanfermines, en julio de 1957, seguirán guardándose en una nevera para vinos comprada en una gran superficie, que tiene el fotógrafo en un desván de un último piso del madrileño barrio de la Concepción. Al lado tiene un saquito de tierras contra la humedad esperando a que alguien atienda esta memoria. "No conozco a ninguna institución que se dedique a la conservación de la fotografía. ¡Pero si no hay ni un museo de la fotografía! Esto es lamentable. Si alguien me hiciera una oferta me lo pensaría, pero no creo que lo vayan a hacer en vida", afirma escéptico y muy crítico uno de nuestros grandes fotoperiodistas.

Cristina García Rodero también duda sobre la conservación de su trabajo. Pide al Estado que entienda la importancia de comprar fotografía a artistas en vida. "Los hijos de Centelles han sido muy responsables al tratar el legado de su padre, pero no es lo normal. Yo llego a casa tras buscar un almacén para conservar mis exposiciones y negativos. Es muy costoso y puede ser una difícil herencia por crear muchos gastos", cuenta García Rodero, que echa en falta la consolidación del Centro Nacional de Artes Visuales, en la antigua Tabacalera de Madrid. De hecho, fuentes cercanas al Ministerio de Cultura confirman que los planes del nuevo equipo desplazarían ese centro a Soria y lo llamarían Centro Nacional del Paisaje.

Especialistas como Alejandro Castellote reclaman una fototeca, como hay bibliotecas, discotecas o fonotecas. Pide archivos vivos, que no se mueran una vez digitalizados. El propio Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, explica que "los museos del siglo XXI serán grandes archivos". Precisamente, el Reina Sofía compró el archivo del fotógrafo Leonardo Cantero (Bilbao, 1907-Madrid, 1995). "Los archivos deben estar vivos y siempre en red, para evitar que un investigador de Barcelona tenga que irse a Salamanca o viceversa".

Eso requiere una institución muy activa, algo que los herederos de Francesc Català-Roca encontraron, curiosamente, en el Colegio de Arquitectos de Catalunya. "Desde el otoño de 2008 ellos custodian y gestionan el archivo de nuestro padre, día a día. Nunca dejaré en manos de un funcionario un archivo que necesita estar vivo y no con una losa de 3.000 kilos de papeles encima", recrimina Martí Català-Roca que ha dedicado toda su vida, junto con su hermano a cuidar del legado que les dejó su padre. Desconfía de la pasividad, pero también de la digitalización que se hace en la actualidad, porque es pan para hoy y hambre para mañana. "La digitalización no es más que una fotocopia barata en la que se pierden todos los matices del original".

"Como sigamos haciendo esto con nuestros fondos fotográficos, nos quedaremos sin memoria visual", cuenta Martí muy crítico. "Bueno, en realidad ya se ha hecho mucho, porque muchos llevamos trabajando en ella tiempo ya", contesta el historiador de la fotografía Publio López Mondéjar. "Las instituciones se empeñan en una guerra inútil. Las autoridades quieren una política del escaparate y no potencian las investigaciones serias para ampliar la memoria. Nadie propone eso y todos trabajamos por nuestra cuenta, encontrando maravillas que se salvan por casualidad", explica.

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