mércores, 24 de febreiro de 2010

Una ciudad en femenino


Un libro rescata a ferrolanas del XIX que fueron bandoleras, obreras u oceanógrafas

LORENA BUSTABAD - El País - 19/02/2010

Pocos saben que el Dique de la Campana del Arsenal Militar de Ferrol fue excavado por mujeres. Es la obra de ingeniería hidráulica más importante del siglo XIX y detrás, está el trabajo de 200 ferrolanas que desde 1879 se pasaron años retirando 245.000 metros cúbicos de tierra y piedras que transportaron en sacos sobre su cabeza. Eran "cargadoras" y, por el mismo trabajo, cobraban menos que los hombres. Antes de los bomberos, eran las aguadoras las que apagaban incendios. También fueron carboneras, lavanderas, inventoras, poetas, costureras, científicas, amas de cría o escritoras.

Casi todas estas mujeres permanecieron invisibles en las páginas de una historia "que se escribió en masculino", asegura la edil de Mujer, Beatriz Sestayo. Ferrol ha querido reescribir la suya con 384 nombres de mujer y recoger estas vivencias en una publicación que se presentó ayer. Ferrol en femenino recopila hazañas de republicanas fusiladas como Amada García, carboneras combativas como Mela y pioneras del feminismo como Concepción Arenal.

Hija de un militar liberal, esta socióloga y escritora autodidacta fue la primera mujer que entró en la universidad disfrazada de hombre a mediados del XIX, rebelándose contra la marginación intelectual de su género. La ferrolana más universal pasó a la historia por desafiar la hegemonía masculina, pero antes y después de ella hubo muchas más. Ángeles Alvariño hizo realidad su sueño de ser oceanógrafa y se embarcó en un buque de investigación británico. Fue la primera. Descubrió 22 nuevas especies marinas y se ganó el respeto de la comunidad científica internacional. La voz prodigiosa de Carolina Casanova la llevó a cruzar el charco y hacer las Américas como la cantante de ópera más popular del siglo XIX, y Ángela Ruiz Robles fue una maestra reconvertida en inventora que diseñó una enciclopedia mecánica. Todas eran ferrolanas.

Rosa Millán lleva 20 años en la administración local y tres al frente de la Casa de la Mujer de Ferrol. Desde el 2008 coordina un equipo de cinco mujeres que ha rescatado del olvido estas vivencias. Explica que "le encanta rastrear las huellas de otras mujeres en cada viaje". Así, nació la idea de organizar una ruta turística por la ciudad para descubrir y marcar las casas y lugares de la ciudad que frecuentaron las ferrolanas ilustres.

Para documentar las rutas, Millán y su equipo buscaron información y se toparon con toneladas de historias nunca contadas. Como las de Andrea y Rosa Montero, dos hermanas que se enredaron en una cuadrilla de bandoleros de Valdoviño a finales del XIX, Juana Díaz, la primera en asistir a los peregrinos, o Amalia, una anarquista combativa que acabó sus días como limpiadora del Ayuntamiento. El resultado es una publicación de 84 páginas, dos rutas turísticas y una exposición itinerante que desde septiembre de 2009 se pasea por colegios y facultades de Ferrol.

"Se trata de un proyecto original y único", defiende su coordinadora. Con más voluntad que recursos, recopilaron testimonios orales a través de un taller de memoria colectiva en el que animaban a otras mujeres a bucear en sus raíces familiares para ir "del femenino singular al femenino plural".

Organizaron encuentros vecinales, visitaron casas y removieron la memoria de muchas familias para extraer historias y nombres casi olvidados. En los últimos nueves meses, tejieron una red social en la que implicaron a 14 entidades culturales, vecinales, sindicales y agrupaciones de mujeres. Buscaron en los archivos parroquiales y municipales, en los de la Armada y el Reino de Galicia o en cuatro bibliotecas de la provincia. Entrevistaron a las protagonistas que aún viven y a los familiares de las que fallecieron. Así hasta sumar más de 300 nombres y apellidos.

"Tirando de esos hilos, dimos con otras mujeres menos conocidas que de otro modo nunca hubieran tenido el reconocimiento que merecen", explica la historiadora Carmen Pérez. Uno de sus hallazgos fue el acta de constitución de la Unión de Descargadoras de 1909, una organización que dio cobijo a las mujeres de 15 a 60 años que trabajaban de estibadoras cargando personas y mercancías.

El libro también guarda sucesos truculentos. Como la de Aurora Rodríguez, una socialista ferrolana que aspiraba a fabricar a la hija perfecta. Así nació Hildegart, en efecto una niña prodigio, pero el proyecto de Aurora se truncó cuando su hija se enamoró. La madre la asesinó a tiros mientras dormía en 1933. O la historia de Antonia Alarcón, condenada a la horca, cuya cabeza colgó durante días de una pica delante del arsenal ferrolano en 1810, como escarmiento a los ferrolanos por amotinarse para exigir la paga.

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