martes, 16 de marzo de 2010

Barracones para nazis y judíos



TEREIXA CONSTENLA - Madrid
EL PAÍS - Cultura - 14-03-2010

Julián Moreno tuvo la osadía de tener hambre y comer. En el basurero del campo de concentración de Miranda de Ebro descubrió un manjar: cáscaras de naranja. A los militares no les gustó. "Le ponían una moneda en la frente y contra la pared, teniendo que sostenerse en una sola pierna. Cada vez que se le caía tenía que recogerla y en ese instante los soldados le propinaban una paliza. Cada vez aguantaba menos, cada vez las palizas eran más frecuentes, así durante horas", contó el testigo Julián del Olmo, también prisionero. El otro Julián, el que tuvo la osadía de comer cáscaras, murió maltratado en Miranda de Ebro, el último campo que cerró sus puertas en España (1937-1947). Lo cuenta el periodista Isaías Lafuente en Esclavos por la patria (Temas de Hoy), una obra que destapó lo silenciado: los trabajos forzosos de presos políticos de los que se beneficiaron instituciones públicas y empresas privadas durante el franquismo.

Por el campo pasaron 80.000 prisioneros, en los que se incluyen 15.000 extranjeros, la mayoría de nacionalidad francesa. Entre ellos, José Ángel Fernández descubrió la presencia de Jacques Monod y François Jacob, que merecieron el Premio Nobel de Medicina en 1965 por sus trabajos en biología molecular, según la información que le facilitaron ex combatientes franceses de la II Guerra Mundial. También hubo "celebridades" del otro bando en Miranda de Ebro, como Walter Kutschmann, un criminal de guerra que tuvo varias vidas. En su vida de jefe nazi ordenó ejecutar a 1.500 judíos en Polonia. Cuando Kutschmann olfateó la derrota, aprovechó su traslado a Francia, desertó y cruzó los Pirineos. Y comenzó otra vida en el campo de concentración de Miranda de Ebro, que abandonó bajo la identidad de un carmelita. Llegó a Argentina en 1947 donde vivió como jefe de compras de la casa Osram sin llamar la atención hasta que el cazanazis Simon Wiesenthal le identificó en 1975.

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