xoves, 27 de maio de 2010

Pierrette Gargallo, una memoria esculpida en las vanguardias



ÁNGELES GARCÍA (ENVIADA ESPECIAL) - París
EL PAÍS - Cultura - 22-05-2010

Para Pierrette Gargallo (París, 1922), Pablo Picasso es simplemente Pablo; Juan Gris, Juanito, y con Manolo se refiere a Manuel Hugué. De envidiable sentido del humor y sobrada energía, la única hija de Pablo Gargallo -revolucionario de la escultura y abanderado de la vanguardia española- Pierrette acaricia estos días la realización de un sueño de casi medio siglo: ver publicado el catálogo razonado de los dibujos de su padre.

La amistad y compenetración entre Picasso y Gargallo viene de Barcelona, de las tertulias de Els Quatre Gats. Y fue más allá del mero cariño. La decisión de encomendar su carrera al frío y exigente metal la tomó Gargallo en 1907 durante uno de sus frecuentes viajes a París. Durmió en un camastro del célebre estudio del pintor malagueño en Bateau-Lavoir. Contempló la pieza en la que trabajaba entonces Picasso, Las señoritas de Avignon. El desasosiego invadió a Gargallo; y su arte cambió radicalmente. El cubismo pareció la única salida para su escultura. "Los dos Pablos eran muy iguales físicamente. Bajitos, de poco pelo y ojos negrísimos", recuerda Pierrette, "de pocas palabras. Picasso tenía una mirada fortísima. No digo que te intimidara, pero casi. Y eso que a él no le gustaban los niños. Era un triunfador nato. Todos reconocían su fuerza y talento. Tenía también una gran capacidad para asimilar propuestas y transformarlas en propias".

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