domingo, 27 de febreiro de 2011

Toda la vida que guarda una maleta de cartón y madera


Laia Fàbregas cuenta en 'Landen' la historia de un emigrante extremeño en Holanda
PAULA CORROTO MADRID 15/02/2011 08:30
El término holandés Landen, título de la segunda novela de Laia Fàbregas (Barcelona, 1973), recién publicada por Alfaguara, no tiene una única traducción al español. Puede significar tanto aterrizar como países. Esta dualidad está también en el hilo argumental: un cruce de vidas, la de él, un emigrante extremeño que en los sesenta se marcha a trabajar a una fábrica Philips y que acaba casándose con una holandesa; y la de ella, una joven con un trauma que vive en Holanda. Los dos se evitan y se mezclan durante una historia redonda con sorpresa final.
Fàbregas ha vivido durante años en diversas ciudades de Holanda y conoce bien el fenómeno de la emigración española. Sin embargo, para la historia de él ambos protagonistas carecen de nombre de forma premeditada, buceó en el libro Me vine con una maleta de cartón y madera, editado por la Junta de Extremadura, que narra la vida de aquellos emigrantes, a los que "los holandeses miraban como extraños. Hubo gente que fue capaz de adaptarse, pero otra no", señala.
La diferencia con la actualidad es que "aquella era una emigración gestionada por el Gobierno, que les daba regiones a las empresas extranjeras. Por ejemplo, la Philips podía buscar trabajadores en Extremadura, pero no en Andalucía. Ahora la gente viene de forma ilegal y se tiene que buscar la vida. Es más difícil", apunta.
Con respecto al personaje femenino, ella es una mujer urbana, solitaria y traumatizada tras un accidente que sufrió de niña. Este problema la obliga a viajar de país en país. Salvando las distancias con respecto al accidente, Fàbregas no duda en identificarse con este personaje. "Supongo que todo el mundo se ha sentido solo alguna vez, aunque estuviera rodeado de gente. Yo la hice a ella solitaria sin saber por qué. Quizá porque me he sentido así o lo he visto en otras personas", explica.
Además de la emigración, la novela aborda una disciplina que a Fàbregas le apasiona: la fusión del arte plástico y la palabra. "Lo que yo podía haber llegado a hacer a nivel artístico y no he hecho lo incluyo en mis libros. Es mi válvula de escape", aclara.
Primero en holandés
Curiosamente, Fàbregas escribió esta novela en holandés y fue en los Países Bajos donde primero salió publicada con unas críticas excelentes. Es el mismo camino que siguió su ópera prima, La niña de los nueve dedos, que llegó al mercado español con el sello El Aleph en 2008 tras su éxito en Holanda.
Como en aquella ocasión, ella se ha encargado de la traducción, "un trabajo muy difícil y que puede ser frustrante. Pero me gusta traducirme para autocorregirme, ya que escribo de sopetón. No me pienso las palabras mil veces", reconoce.
Landen va viento en popa en Holanda. Allí, dice la escritora, también hay una gran apuesta por los noveles: "Se edita mucho a gente que empieza, igual demasiado, porque muchos no vuelven a publicar". Ella, de momento, tiene continuidad.

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