venres, 5 de agosto de 2011

Mary Nash: “Los medios solo tienen mujeres en ‘realities’ y frivolidades”


>> “Hay un reparto de roles absolutamente arcaico; es necesario aportar modelos de autoridad femenina”
DODA VÁZQUEZ 13/07/2011 - 15:03 h.
Su condición de irlandesa le permitía hacer cosas que, en pleno franquismo, hubieran parecido muy raras en una española. Tuvo la osadía de ser la primera que planteó el estudio de la historia desde la perspectiva de género, algo que en 1974, era impensable. “La gente se quedaba desconcertada, en plan pero de qué va –recuerda–; ahora, mirando atrás, es una gran satisfacción que se haya asentado como ámbito de investigación”. Sus estudios, que la trajeron esta semana a Galicia para impartir un curso en la UIMP, le permiten ver la realidad “con optimismo”, aunque todavía queda un largo camino: “Miro las fotos de los grandes encuentros internacionales por los colorines, porque las mujeres suelen ir de colores, y es algo ínfimo entre todos los trajes oscuros; el tema no es llegar, porque las mujeres están, el problema es el reconocimiento, si no hay reconocimiento, no existes”. El futuro, asegura, pasa por implicar también a los hombres: “La identidad masculina es muy tradicional, no se ha repensado; yo creo que será un alivio para muchos varones ver que hay otras opciones”.
¿Por qué eligió el tema de la mujer para centrar sus estudios?
Primero, porque no había nada. Además, tuve la inmensa suerte de que una bibliotecaria en el archivo de Barcelona me permitió acceder a material de una organización anarquista de mujeres durante la Guerra Civil. Entonces, tiré del hilo y vi que debatían sobre la lucha antifascista pero también sobre la emancipación de la mujer. Pero era difícil, porque no había material; las mujeres no han tenido historia.
¿En qué momento asumió que esta situación no era normal?
Tenía la ventaja de que venía de fuera. Pero no me convalidaron mi título. Así que tuve que volver a ser estudiante y fue una etapa magnífica, en el fin del franquismo y con la lucha estudiantil y todo eso. La ventaja de venir de fuera es que te fijas en cosas que, de otra manera, no verías. Y eso también significaba que tenía un gran atrevimiento: en el 74 propuse al director del departamento, el doctor Girard, que era necesario dar un curso sobre historia de las mujeres. Me vino como un flash. Y él, se lo tengo que agradecer, dijo que sí. Y empecé a dar una asignatura.
Imagino que en aquella época tendría problemas para dar la asignatura...
Claro. Primero, porque no había material. Y, después, porque de qué iba una asignatura de esto. Años después, algún estudiante me preguntaba: “Pero tú, en tu asignatura de Historia de las Mujeres, ¿das lo mismo?”. Pues, claro, no voy a cambiar los personajes, ni los datos. Se trabaja con un método científico, igual que en las demás, pero que permite descubrir nombres de mujeres que todo el mundo desconocía.
¿Qué aporta revisar la historia desde la perspectiva de género?
Muchísimas cosas. Por ejemplo, en el caso de la Revolución Francesa, que es de donde viene nuestro mundo moderno, en cuanto a referencias políticas, de libertad e igualdad. La proyección universal que se hacía de los Derechos del Hombre tenía un sector excluido, que eran las mujeres. O la Revolución Industrial, con lo que suponía para las mujeres entrar en una fábrica, cuando hasta entonces se trabajaba solo desde casa. Las connotaciones pueden ser diferentes, aunque no siempre, tampoco hay que caer en el determinismo.
Eso, en lo que se refiere al mundo occidental. Pero usted defiende en sus libros que no es el único modelo válido para las mujeres...
A la hora de hablar de historia de las mujeres, no podemos centrarnos solamente en el mundo occidental. Desde los países emergentes o postcoloniales han criticado la noción de proceso, de un canon de feminismo occidental. Eso nos ayuda en nuestra sociedad multicultural para trabajar desde la diversidad y la pluralidad. La lástima es que en nuestras universidades tenemos todavía una visión muy tradicional y construida desde Europa.
En ese sentido, ¿cuál es el papel que está representando la mujer en las revoluciones de los países árabes?
Han estado presentes en el antes y el durante, la cuestión es si estarán en el después. Hay una larga tradición histórica de movilizaciones de las mujeres en la lucha por sus derechos o en la independencia en estas sociedades, en África o en Asia que desconocemos. Desde la mujer yemení que conduce el coche desafiando las normas hasta las mujeres tunecinas, que están muy bien formadas. El dilema será lo que pase después. Y tengo que decir que en momentos de revolución, las mujeres están presentes en los conflictos y luego se las envía a casa. Hay un desplazamiento de los lugares de decisión y de poder. No sé si habremos aprendido.
¿Considera que la visión sobre las mujeres musulmanas en España se limita muchas veces al debate sobre el velo?
Sí, eso es un estereotipo. El velo tiene muchas lecturas, puede ser una coacción social, pero también una rebelión juvenil ante los padres o para moverse mejor en los espacios públicos. No necesariamente es un signo de sumisión. Otra cosa es el burka. Hay más debates que el uso del pañuelo. Entre otras cosas, hay un debate que me parece muy importante: lograr que las mujeres migradas tengan su propia voz, que los hombres no hablen por ellas.
Una vez lograda la igualdad legal, ¿el reto es que ahora los hombres se impliquen en la lucha por la igualdad real?
Sí. Se pueden transformar las leyes, pero si la sociedad no las aplica... Uno de los retos es la conciliación de la vida familiar y el trabajo, sin que solo las mujeres se tengan que adaptar. Esto significa cambios muy importantes de mentalidad: en la empresa, la relación de pareja... que es muy difícil negociar, pero el futuro pasa por ahí. En la economía de las capas medias se requiere los ingresos de dos miembros de la familia y si queremos que haya demográficamente una viabilidad de futuro tiene que haber un pacto. Pero es difícil porque los medios y la televisión difícilmente van por aquí.
¿Seguimos sin transmitir una imagen positiva de las mujeres?
Sí, porque las chicas, aunque logran unos niveles académicos muy buenos, no se apuntan a una ingeniería. En esto soy muy crítica porque, si lo comparo con Irlanda, que estaba en una situación similar, en los medios encuentras una representación sistemática de las mujeres en todo tipo de programas: formación de opinión, tertulias, política...o solo en reality shows y frivolidades. Hay un reparto de roles absolutamente arcaico, lo que refleja la sociedad en la que vivimos. Es necesario incluir modelos de referencia de mujeres que tengan autoridad sobre una serie de cosas. Aquí no estamos siquiera en el 30-70%. Hay muchas mujeres con una extraordinaria capacidad que siguen marginadas, por la política y por los medios de comunicación. Y me preocupa porque el impacto de los medios, sobre todo los audiovisuales, es extraordinario y lleva a que una niña piense que, por ejemplo, no podrá ser nunca presidenta de un país.
PERFIL
Mary Josephine Nash Baldwin
Limerick (1946)
Historiadora

Nació en Limerick, el pueblo de escritores como Frank McCourt o Kate O’Brien. Descubrió que quería ser historiadora mientras estudiaba la carrera, en la Universidad de Cork, en su Irlanda natal. Su espíritu “nómada” la llevó a Turín primero y a Barcelona, después. En 1968, pisa por primera vez España, donde se quedará atraída por el afán de cambio social que se vivía durante los últimos años del franquismo. En 1971 abre una línea de investigación sobre la historia de las mujeres, una disciplina que no existía. Ha escrito varios libros, de los cuales destacan Rojas, sobre el papel de las republicanas en la Guerra Civil, o Mujeres en el mundo, en el que reflexiona sobre otras miradas femeninas, no únicamente la occidental. Catedrática de la Universidad de Barcelona, en 2010 fue investida honoris causa por la Universidad de Granada por su lucha a favor de la mujer.
CUESTIONARIO PARA LA IGUALDAD
"Los hombres han de cambiar la idea de la masculinidad"
¿Es posible la igualdad?
Sí, pero es un proceso largo. Yo soy historiadora, con lo cual, miro hacia atrás y, con la perspectiva de un siglo, soy optimista. Existen prácticas discriminatorias, pero el reto es identificar estos mecanismos y lograr un cambio de mentalidad. 

¿En algún momento se ha sentido discriminada por ser mujer?
Sí, claro. Los informes de la Comisión Europea nos plantean que en las trayectorias universitarias en investigación sigue habiendo mecanismos de discriminación. Yo empecé hace muchos años, no había mujeres y los comportamientos eran más obvios. Las cosas han ido cambiando. Hemos avanzado pero aún se pueden encontrar determinados profesores universitarios que no tienen en cuenta estos estudios.

¿Las mujeres deberíamos aprender algo de los hombres?
Claro que sí. Igual que las mujeres han ido modificando la idea de feminidad, los hombres deben redefinir la masculinidad. Podemos aprender mutuamente. 

¿Qué opina de los piropos que se escuchan por la calle?
En la cultura irlandesa esto no existe. Para mí, fue un choque cultural y estaba muy indignada. Hoy en día, esto ha cambiado, con una mayor conciencia de que, en parte, si no hay un juego mutuo, puede ser una agresión. 

Si usted fuera presidenta...
La educación es clave para el cambio. Y un mecanismo de continuidad en determinados modelos, por lo que creo que es decisivo cambiar el modelo educativo, en todos los niveles. La educación es una inversión de futuro.  

Dígame una mujer que admire.
Mary Robinson. Me parece muy importante que un país pequeño, periférico y en su momento muy atrasado como Irlanda lograse que su máxima representación fuera una mujer. Y porque, una vez que accedió a la presidencia, no renunció a sus valores.

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