martes, 13 de setembro de 2011

El terror entra en los museos


El Museo Nacional Smithsonian de Historia Americana y el Newseum de Washington recorren los atentados del 11-S a través de objetos personales de las víctimas y los supervivientes
BEATRIZ JUEZ Washington 08/09/2011
Veinticuatro horas después del derrumbe de las Torres Gemelas, los responsables del Museo Nacional Smithsonian de Historia Americana se reunieron en Washington para debatir si lo que habían visto en directo en televisión era una simple noticia o era historia. En seguida llegaron a la conclusión de que el 11 de septiembre de 2001 se había escrito historia. "Ese día se decidió que debíamos empezar pronto a coleccionar (objetos relacionados con los atentados del 11-S), porque muchas de las cosas podían perderse o tirarse. En octubre, un grupo de conservadores del museo comenzó ya a coleccionar", explica Melinda Machado, directora de comunicación del Museo Nacional de Historia Americana.
El Congreso de Estados Unidos nombró en 2002 a este museo depositario oficial de los objetos del 11-S. La colección del Smithsonian nacía de los escombros todavía humeantes de las Torres Gemelas de Nueva York, del edificio del Pentágono y de un descampado en Shanksville (Pensilvania). Ahora cuenta con 350 objetos y más de mil fotografías de los atentados.
Los comisarios del Smithsonian se convirtieron en detectives de la historia presente, en coleccionistas de objetos que pudieran poner rostro a la tragedia y que permitieran en el futuro contar a las nuevas generaciones lo qué paso un día soleado de septiembre que cambió EEUU y el mundo.
El historiador y museólogo catalán Daniel Venteo explica que "no hay parangón posible con la situación de los museos españoles, que dan la espalda a coleccionar objetos de nuestra contemporaneidad más inmediata".
En cambio, "los conservadores del Museo Nacional de Historia Americana están atentos a cualquier hecho extraordinario que afecta al conjunto de la sociedad de su país, como lo fueron los atentados del 11 de septiembre o los efectos del huracán Katrina, para recoger objetos in situ que puedan documentar museográficamente esos episodios históricos en un futuro inmediato", añade Venteo, que hace cuatro años viajó a Washington para conocer el funcionamiento del Newseum y de varios museos del Smithsonian como colaborador de un proyecto de la Generalitat de Catalunya.
"Para los conservadores de los museos de historia americanos, es evidente que el presente será pasado en el futuro y que es conveniente reflexionar sobre cuáles son los objetos que nos identificarán dentro de unas décadas", explica Venteo, que ha comisariado varias exposiciones en el Museo de Historia de Barcelona y en el Museo de Historia de Catalunya. "Todos recordamos dónde estábamos cuando ocurrieron los atentados del 11-S. Al igual que tenemos trozos del Muro de Berlín que nos recuerdan cómo era la vida durante la Guerra Fría, creemos que es importante recordar cómo el 11-S cambió nuestras vidas, no sólo en Esta-dos Unidos, sino en el mundo", explica Susan Bennett, vicepresidenta de exposiciones del Newseum, el museo de periodismo de Washington.
Sin vitrinas
Pero ¿cómo explicar diez años después de la tragedia uno de los atentados más fotografiados y filmados de la historia? ¿Cómo contar algo nuevo a las personas que vieron derrumbarse las Torres Gemelas en directo en sus televisores? ¿Y a futuras generaciones que no vivieron ese día porque no habían nacido o que no lo recuerdan porque eran demasiado pequeños? Los responsables del Museo Nacional de Historia Americana y los del Newseum coinciden en señalar que la mejor forma de llegar al público es hacerlo a través de objetos personales de las víctimas, de sus familiares o de las personas que participaron en las labores de rescate.
Con motivo del décimo aniversario de los atentados, el Newseum y el Smithsonian ofrecen exposiciones temporales sobre el 11-S. Ambosmuseos recurren a objetos que permiten al visitante descubrir las historias personales que se esconden detrás de la fría estadística de más de 3.000 muertos.
Para lograr una experiencia íntima para los visitantes, los objetos de la exposición 11 de septiembre: recuerdo y reflexión del Smithsonian no están dentro de vitrinas, sino que están expuestos enci-ma de mesas. "Lo que queremos enseñar al público es que en este cuarto tenemos objetos ordinarios que se encontraron en los sitios de los ataques. Son ordinarios, pero nos cuentan unas historias extraordinarias", explica Melinda Machado.
Objetos ordinarios que permiten contar fragmentos de la historia del 11-S: el teléfono móvil que utilizó el entonces alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, ese día para coordinar las labores de rescate, una muñequita encontrada entre los escombros, una postal que envió una víctima a su hermana antes de coger el vuelo 77, la videocámara con la que se grabó la imagen del primer avión que chocó contra las Torres Gemelas, un plano del primer piso del Pentágono, una calculadora derretida, la puerta destrozada de un coche de bomberos de la Zona Cero, el busca de una de las víctimas, el cinturón de seguridad de un avión, el collar de unperro policía y un reloj de pared que se cayó tras el impacto del avión en el Pentágono.
Últimas llamadas
A través de estos objetos, el visitante descubre historias humanas, algunas de supervivencia y otras de muerte. Por ejemplo, un maletín negro polvoriento nos cuenta la historia de Lisa Lefter, que se olvidó su cartera en su oficina en el piso 103 de la Torre Sur del World Trade Center cuando tuvo que salir huyendo. Un día y medio después, alguien encon-tró el maletín entre los escombros con su currículum intacto dentro. Llamó al número que aparecía ahí sin saber qué iba a encontrar al otro lado del teléfono. Lefter había sobrevivido. Ella recuperó su cartera y ahora forma parte de la colección del Smithsonian.
También el visitante puede ver el teléfono fijo del subsecretario de Justicia, TheodoreOlson, en él recibió dos llamadas de su mujer, la comentarista de Fox News Barbara Olson, informándole que unos terroristas habían secuestrado su avión. Barbara Olson murió en el atentado del Pentágono.
A más de un visitante se le saltan las lágrimas cuando ve en la exposición del Newseum el monedero y las tres tarjetas de crédito de Ruth McCourt, junto una fotografía de ella y su hija Juliana. Esta mujer de New London (Connecticut) viajaba a Disneyland con su hija de cuatro años en el vuelo 175 de United. "Era un viaje de felicidad, el viaje de sus vidas, y terminó siendo una catástrofe terrible", explica Bennett. Ruth y Juliana McCourt nunca llegaron a ver a Mickey Mouse. Los terroristas truncaron su sueño. Su avión se estrelló contra una de las Torres Gemelas.

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