venres, 9 de setembro de 2011

Occidente tiende la mano a los que juró combatir hasta la muerte


La comunidad internacional cree que la negociación es la única salida a la guerra. Muchos afganos se oponen  
ANTONIO PAMPLIEGA Kabul 05/09/2011
"Pido a los insurgentes talibanes que dejen de matar y se unan al proceso de paz, que beneficia a todos los afganos. Mi mensaje a ellos [los talibanes] es que mis compatriotas, mis hermanos, deberían dejar de matar a su propia gente". Estas desesperadas declaraciones fueron pronunciadas por el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, durante el funeral por su hermano Wali, asesinado por los talibanes en julio pasado en Kandahar. Incluso ante la tumba de su hermano fallecido, Karzai volvió a tender la mano y ofrecer diálogo a los insurgentes para que se unan a su Gobierno y dejen la lucha armada.
Es un hecho probado que la Administración Karzai con el beneplácito de la comunidad internacional, que ve en las negociaciones la única salida honrosa a la guerra está llevando a cabo conversaciones con dirigentes talibanes, con la intención de convencerles para que dejen las armas y se unan al Gobierno. Numerosos expertos, dentro y fuera del país, aprueban esa estrategia, pero no así gran parte de la población afgana, en especial las mujeres, que fueron las principales víctimas de su despiadado régimen.
"Nuestro objetivo es trabajar para traer la paz y la estabilidad al país y acabar con la guerra; una guerra que va en contra de los intereses del pueblo afgano y de los intereses de los países que tienen tropas destacadas en Afganistán", afirma a Público Abdul Hakim Mujahid, vicepresidente del Alto Consejo de Paz, el órgano que está llevando las negociaciones con los talibanes.
Mujahid fue, bajo las órdenes del mulá Omar, el representante del régimen talibán ante las Naciones Unidas. Como toda la cúpula del movimiento cayó en desgracia tras la intervención militar del 7 de octubre de 2001, y entró a formar parte de una lista negra que confeccionó el organismo internacional. Hoy, ya rehabilitado y perdonado, es el puente de unión entre Karzai y los principales grupos insurgentes del país centroasiático.
"La comunidad internacional, liderada por el Gobierno de Estados Unidos, se ha dado cuenta de que la solución militar no lleva a ninguna parte y que hay que apostar por una solución política para acabar con el conflicto", asegura, tajante, en su despacho de la capital afgana.
"Desde el principio del conflicto, la agenda del Movimiento Islámico Talibán ha tenido un único punto: que las tropas extranjeras abandonasen Afganistán. Ellos [los extranjeros] no consideran esta nación como un país soberano y están violando los derechos civiles, llevando a cabo operaciones que matan a niños y mujeres, bombardeando bodas y funerales, bombardeando autobuses Así que esa no es sólo la agenda del Movimiento Islámico Talibán sino la agenda del todo el pueblo afgano", sentencia.
Expulsar a la OTAN
Desde las filas de la insurgencia también han hecho de la presencia de las tropas de la OTAN su lucha y su bandera, una ofensiva que hacen extensiva a todos aquellos, extranjeros o afganos, que colaboren con los que consideran ocupantes invasores.
"Los talibanes lucharemos contra las tropas extranjeras porque están ocupando nuestro país y continuaremos luchando hasta que se vayan; como hicimos contra los rusos. Continuaremos luchando hasta que se vayan todos", afirma categóricamente a Público Abdul Bari.
Pese a su edad, sólo 28 años, el ideario talibán ha calado profundamente en este joven afgano al que este diario tuvo acceso en el interior de la cárcel de Badghis, situada en el distrito de Qala-e-Naw, donde está desplegado el grueso de las tropas españolas.
Bari, que espera condena por terrorismo, es rotundo. "La ISAF mata a gente inocente en nombre de la paz". Y rechaza de plano las negociaciones con el Ejecutivo de Kabul. "Cuando la OTAN se vaya, nuestro siguiente objetivo será el Gobierno de Karzai. Estoy seguro de que no nos uniremos a su Gabinete".
A pesar del fanatismo de hombres como Abdul Bari, las negociaciones entre la insurgencia afgana y el Gobierno van concretándose poco a poco. "Hemos empezado a negociar con los líderes talibanes. Y hemos tenido contactos con la cúpula de los talibanes y con los líderes de Hizb-Islami y con el grupo de Gulbuddin Hekmatyar", confirma Mujahid.
"El movimiento islámico talibán es una organización unida que lucha contra las fuerzas extranjeras de ocupación; no podemos dividirlos entre buenos y malos, ni entre radicales y moderados. Yo sé, por mi propia experiencia por haber trabajado con ellos, que son personas con una mentalidad islámica que quieren implantar la sharia y un Gobierno islámico como el que existió en este país hace mil años. El islam que postulan los talibanes es un islam moderado, que no daña a la sociedad afgana ni tampoco a la comunidad internacional, por eso no se puede hablar de buenos o malos talibanes", finaliza su argumentación.
Pero en contraposición al discurso oficialista de Abdul Hakim Mujahid, encontramos la realidad en boca de integristas como Abdul Bari.
Matar a inocentes
"Nosotros buscamos alcanzar nuestra meta y si esa meta pasa por matar a gente inocente lo haremos hasta conseguirla. Estoy orgulloso de ser talibán porque siguen el camino del islam", afirma Bari. "El islam dice que una persona puede dar su vida para conseguir su objetivo es un mártir. Inmolarse es el ideal de todo talibán para conseguir su objetivo", señala, orgulloso.
Mientras las tropas internacionales se han puesto, como fecha tope, finales del 2014 para abandonar Afganistán de manera definitiva, los combates prosiguen en las provincias más volátiles del sur y este, cobrándose nuevas vidas de civiles. Pero Karzai continúa tendiendo la mano a la insurgencia para que se unan a él, como el hijo pródigo que acude, salvador, a la llamada de su padre Sabedor de que cuenta con el apoyo de los gobiernos occidentales.

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