mércores, 19 de outubro de 2011

La otra vida de Urbano López


Identificados en Argentina los restos de un desaparecido de origen lucense
JOSÉ LUIS ESTÉVEZ - Santiago - 15/10/2011
Mª del Carmen coa foto do seu marido
"Volvemos a tenerlo con nosotros pero ahora, despues de 35 años, no sabemos todavía qué vamos a hacer con los restos. No me gustan los cementerios y tampoco la idea de enterrarlo en uno de ellos después de haber esperado tanto tiempo". Así explica María del Carmen Luppo la sensación extraña que la invade después de que hace 15 días se anunciase en Buenos Aires la identificación del cuerpo de su marido, Urbano López Fernández, secuestrado por militares cuando se encontraba en su casa de la localidad de Villa Bosch, cercana a la capital argentina, el 16 de diciembre de 1976.
López había nacido en la localidad lucense de A Fonsagrada en 1948 y apenas con dos años de edad viajó a Argentina con su madre, después de que su padre hubiera fallecido. La familia se instaló en Villa Bosch donde Urbano pasó su infancia y juventud. Allí conoció a María del Carmen Luppo, con quien se casó en 1974. Apenas dos años después, cuando ya había nacido la primera hija de la pareja y el segundo se encontraba en camino, la casa familiar fue allanada por un grupo armado que viajaba a bordo de dos vehículos. Se llevaron los muebles y objetos de valor que había en la casa y secuestraron a Urbano, el único integrante de la familia que se encontraba allí en aquel momento. Madre e hija llegaron más tarde y, avisadas por los vecinos de lo sucedido, se marcharon para evitar más problemas.
Urbano trabajaba como auditor contable mientras completaba sus estudios de Asistencia Social. Según explica su mujer, ambos militaban políticamente y realizaban labores sociales en barrios pobres de la zona en que vivían. "Era una persona común y silvestre, como todas. Tenía la perseverancia del gallego y cuando se empeñaba en algo, nada le apartaba de su misión. No sé si eso es ser valiente pero si es así, entonces lo era. A pesar de lo difíciles que estaban las cosas para gente como nosotros con la llegada de la dictadura, nunca se nos ocurrió exiliarnos", explica Luppo, a quien la noticia de la identificación del cuerpo le sorprendió en Barcelona, donde se encuentra acompañando a su hija mayor, que la acaba de dar una nieta.
Con un sorprendente aplomo pese a todo lo que ha tenido que pasar, Luppo explica que la identificación del cuerpo de su marido por parte del Equipo Argentino de Antropología Forense supone "un cierre" para una historia que es similar a la vivida por miles de argentinos que pagaron en aquellos años con la vida su militancia en organizaciones estudiantiles o políticas de izquierdas.
"Una de las cosas que más te dolía era que nos dijeran que, en realidad, Urbano no había desaparecido sino que estaba de viaje por Europa. Más tarde nos enteramos de lo que realmente había pasado, pero no sabíamos el cómo ni el dónde ni el quién. Ahora ya sabemos el lugar en el que lo mataron y hay datos sobre la fuerza que pudo cometer el asesinato", indica Luppo. Según las investigaciones realizadas, Urbano fue asesinado el 31 de diciembre de 1976, 15 días después de su secuestro, y lo enterraron en un cementerio de la localidad de Isidro Casanova, en la provincia de Buenos Aires.
Luppo pertenece a la Comisión de Desaparecidos Españoles en Argentina, que agrupa a familiares de las más de 200 personas de origen español que fueron exterminadas durante la dictadura sin dejar rastro. Su marido es el segundo español desaparecido identificado después del catalán Manuel Coley, que lo fue en octubre de 2009. La vinculación de la familia con Galicia quedó trastocada con la muerte de la madre de Urbano en 2004. Al parecer, el actual alcalde de A Fonsagrada tiene vínculos de sangre con la familia materna de Urbano y también cuentan con familiares en las proximidades de Ribadeo. La casa en la que nació Urbano fue demolida a finales de los años 90 y Luppo contempló sus restos en un viaje realizado en 2001 a Fonsagrada, donde pudieron ver la partida de nacimiento de Urbano en el ayuntamiento.
Luppo apunta que el hallazgo de los restos de su marido coincide con una época mejor para su país, en la que la ley se aplica para todos y los militares no cuentan con los privilegios de los que gozaron durante la dictadura y en los años posteriores. En la actualidad se han reabierto juicios contra los militares vivos que tuvieron responsabilidades en aquella masacre, y la memoria de los represaliados ha ganado un espacio público después de muchos años en los que lo sucedido era un tema casi tabú, aun en plena época democrática. Seguramente a Urbano le gustaría saber que Rodolfo, el hijo al que no llegó a conocer, heredó su pasión por ayudar a los demás y está trabajando para la ONG Médicos del Mundo. "Es muy parecido a su padre", dice Luppo con orgullo.

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