mércores, 14 de decembro de 2011

Insulto a la inteligencia: "no habrá vírgenes" si las saudíes conducen


Por ÁNGELES ESPINOSA
La más alta autoridad religiosa de Arabia Saudí ha dictaminado que levantar la prohibición de que las mujeres conduzcan dejaría al país “sin vírgenes” en el plazo de una década. Además, “causaría un aumento de la prostitución, la pornografía, la homosexualidad y el divorcio”. 
Sí, ha leído usted bien. Literalmente. Incluso acostumbrados a los desafueros de los ultramontanos religiosos, cuesta dar crédito a esas palabras. Por eso, cuando la prensa británica empezó a hacerse eco del asunto el pasado viernes, opté por hablar con un par de amigas saudíes para asegurarme de que no se trataba de una intoxicación. 
“Su lectura me ha hecho sentir sucia y cosificada. Es una verdadera pena que haya sido tomado lo suficientemente en serio como para enviárselo a los miembros de la Shura”, me confía Eman al Nafjan, autora del blog Saudi Woman.
El informe, que el Consejo Supremo de Fetuas (Majlis al-Ifta’ al-A’ala) presenta como un “estudio científico”, no sólo circulaba desde hace días sino que ha sido distribuido entre los 150 miembros del Consejo Consultivo. Esa cámara de designación real (sin facultades legislativas) lleva tiempo planteándose debatir la prohibición de que las mujeres conduzcan en Arabia Saudí, un asunto que singulariza al país como uno de los más retrógrados y desfasados del mundo.
Varios de sus miembros han hablado en público a favor de acabar con ese anacronismo, algo que reclama la parte más liberal de la sociedad, en especial las nuevas generaciones. Así ha quedado claro en la campaña que decenas de mujeres lanzaron el pasado verano cuando, a riesgo de ser detenidas, se pusieron al volante en varias ciudades del país. Y hubo detenciones, e incluso una sonora condena a 10 latigazos a la activista Shaima Jastaina, que quedó anulada con un perdón real.
O eso creíamos hasta ayer mismo, cuando una antigua profesora de Jastaina en Houston (EEUU), donde vivió con su marido entre 2000 y 2009, ha dado a conocer en un artículo en ‘The Atlantic’ que la burocracia siguió su curso. De acuerdo con el relato de Nivien Saleh, la mujer recibió el pasado 12 de noviembre una comunicación judicial en la que se le informa de que será azotada, si no gana el recurso que tiene presentado y cuya vista está prevista para dentro de unos días. Al principio, Jastaina trató de resolver el asunto de forma discreta, pero a la vista de que no lograba resultados, decidió pidió ayuda a Saleh para contar su situación.
La lucha interna entre retrógrados y modernizadores que se adivina tras ese caso parece confirmar que el 'informe' de los clérigos es una respuesta de aquellos ante los gestos aperturistas del rey Abdalá. El pasado septiembre, el monarca decretó que las mujeres tenían los mismos derechos políticos que los hombres (en Arabia Saudí, pocos) y que por lo tanto a partir de las próximas elecciones municipales en 2015 podrán elegir y ser elegidas. Esa decisión llenó de optimismo a muchas saudíes que pensaron que tal vez el derecho a conducir sería el próximo paso.
Los ulemas saudíes, que siguen una interpretación extremista y puritana del islam, contraatacan ahora con este escrito. Su autor, un tal Kamal Subhi, antiguo profesor de la Universidad Rey Fahd, señala que en otros países islámicos donde las mujeres conducen puede verse ya el “declive moral”. Como ejemplo, describe que estaba sentado en una cafetería de un país árabe (que no identifica) y que todas las mujeres le miraban. “Una de ellas me hizo un gesto que dejaba claro que estaba disponible. Esto es lo que pasa cuando se permite conducir a las mujeres”, concluye Subhi.
“No es la primera vez que un estudio de esta clase, carente de toda objetividad y metodología científica, se publica para demostrar que los derechos de las mujeres son una plaga para la moralidad pública”, desestima la escritora y feminista saudí Iman al Qhatani.  Asegura que “los y las jóvenes están criticando el texto en Twitter y ya no hacen caso de ese sinsentido como antes”.
Tal vez tenga razón. Pero la mera existencia del dictamen constituye un insulto a la inteligencia. Mientras las autoridades acepten impasibles que alguien pueda difundir despropósitos similares, hay escasas esperanzas de que las saudíes puedan conducir.

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