sábado, 31 de decembro de 2011

Periódicos y resistencia


Francia recupera la memoria de los 800 títulos y dos millones de ejemplares de publicaciones antinazis editadas durante la Ocupación alemana del país en los años de Hitler y la Segunda Guerra Mundial
ANDRÉS PÉREZ Corresponsal en París 20/12/2011
Los oficiales nazis estaban muy satisfechos esos días de finales de 1942. Contentos porque, por el París ocupado, se veía circulando a mucho civil francés con un libro bajo el brazo, el Manual del legionario destinado a la formación de los reclutas de la legión. Tanto fervor parecía demostrar que muchos franceses iban a enrolarse como voluntarios al lado de la División Azul española y otros, en el Frente Ruso. Lo que no sabían esos jerarcas nazis es que bajo las tapas del Manual se ocultaba exactamente lo contrario: uno de los periódicos de la Resistencia Interior francesa, que llamaba al sabotaje contra el ocupante y al asesinato de sus soldados, periódicos que llegaron a tener, ciertos meses, más de dos millones de ejemplares clandestinos en circulación.
Varios institutos de estudios y editoriales francesas levantan estos días el velo sobre uno de los secretos mejor guardados de la fuerza de la sociedad civil del país: durante la ocupación nazi, en la clandestinidad, una extensa red de editores, impresores, grafistas y maquetistas estuvieron imprimiendo y distribuyendo prensa y libros. La prensa clandestina, que empezó como actos aislados, acabó convirtiéndose en una red perfectamente estructurada que, precisamente por su prematura capacidad de camuflaje y supervivencia, sirvió luego de embrión a los grupos armados, cuando las armas empezaron a llegar masivamente. La edición de libros, por su parte, hasta llegó a vivir una edad de oro: como había poco o ningún dinero en los bolsillos, editores e impresores publicaban y hacían circular libros gratuitamente.
Hace unos días, el Instituto de Historia Social de la Confederación General del Trabajo (CGT) y de su sección Obreros del Libro reunió en una conferencia en París a varios historiadores especializados y a un grupo de ancianos que fueron, de adolescentes, personas claves de aquella red. La editorial pública La Documentation Française acaba de sacar a la venta Editores e impresores en la Resistencia, con detalles hasta ahora inéditos.
Por último, la Asociación de Estudios de la Resistencia Interior (AERI) prepara, para enero próximo, el lanzamiento de un Museo Virtual en internet que retratará la memoria de la sublevación del Penal de Eysses, en el sur de Francia, donde los españoles y su propia prensa clandestina fueron clave para uno de los golpes más duros asestados a la credibilidad del ocupante nazi. El museo ha contado con financiación de programas públicos españoles de memoria histórica.
Hacia el final de la Ocupación nazi, en 1944, había en Francia ciertos meses hasta 800 títulos de periódicos resistentes en circulación, con dos millones de ejemplares. Más periódicos clandestinos en los hogares, bajo el brazo, en torno al bocadillo y bajo el mostrador, que periódicos publicados y distribuidos legalmente tras pasar por el aro de la censura del Ocupante, en zona norte, o del régimen colaboracionista de Vichy, en zona sur.
Se llamaban Défense de la France el número uno, con 450.000 ejemplares al final de la Ocupación, France d'abord, L'Humanité, Le Livre Populaire, Le Franc-Tireur o Libération, los más conocidos. O incluso se llamaba Carnet del Partit, editado por los resistentes que pertenecían al PSUC y que podían editar su propio periódico en catalán, de la misma manera que los hubo en castellano, yiddish, armenio, italiano e incluso uno en alemán para los más de mil germanos enrolados en la Resistencia.
Pero antes de llegar a esos dos millones de ejemplares en circulación, cuando ya las redes estaban muy estructuradas y eran capaces de robar toneladas enteras de rollos de papel en los locales de la Imprenta Nacional, ante las barbas de los nazis, hubo que pasar por la primera etapa.
La artesanal. La resistencia fue primero un acto individual, que desencadenó de por sí las primeras redes. Lo explicó en la conferencia de París Charlotte Nadel, entonces muy joven y que en su día fue persona clave de Défense de la France. "Cuando tenía 12 años, en 1924, mi maestro de escuela nos explicó una tarde qué quería decir resistir. Lo hizo en referencia a guerras anteriores, cuando el pueblo francés, especialmente el de París, tuvo que defenderse de agresiones imperiales de la realeza y la aristocracia. Fue esa clase de aquella tarde lo que me permitió luego, nada más iniciada la ocupación nazi de Francia, comprender rápidamente que tenía que resistir".
Jean-Marc Delabre, que durante la Ocupación fue un aparentemente ingenuo bachiller parisino, como los había por miles, aseguró: "Yo estaba encargado de distribuir periódicos. Los dabas, a veces por paquetes, pero no a cualquiera. Yo solía escoger a tal o tal compañero de clase porque se iba a ir de viaje a tal provincia. También distribuí por correo, utilizando unos sellos falsificados con el rostro de Petain".
Acciones estelares
De esos inicios de la edición e impresión clandestina, hay un testimonio que ya no se podrá recoger, pero del que queda su magnífica obra. El hombre se llamaba Jean Texcier, y fue el primero en escribir, editar, imprimir y distribuir una obra clandestina de resistencia, hecha casi a mano. Se llamaba Consejos al ocupado, empezó a circular dos semanas después de que llegaran los primeros batallones nazis a París, y estaba llena tanto de sentido del humor como de sentido común: "O bien no conoces su lengua, o bien la has olvidado. Si uno de ellos te dirige la palabra en alemán, haz gestos de impotencia y, sin rencor, prosigue tu camino".
Obviamente, la Kommandantour replicó sin sentido del humor. Su bando publicado (con todas las de la ley) decía: "Cualquiera que haya distribuido o confeccionado publicaciones podrá ser condenado a trabajos forzados o a la pena de muerte".Ahí arrancó todo. Luego los resistentes empezaron a robar tinta, plomo y rollos de papel en sus lugares de trabajo de la prensa oficial, donde también birlaban horas de trabajo. Las rotativas y linotipias de la Resistencia estaban ocultas en garajes, pisos acolchados, e incluso varios sótanos de la Sorbona, y podían ser mudadas en un abrir y cerrar de ojos.
La organización se permitió incluso operaciones estelares. El 31 de diciembre de 1943, en la ciudad de Oyonnax, los resistentes lograron editar, imprimir y distribuir en kioscos un periódico que imitaba el oficial y censurado Le Nouvelliste.
Sólo que el contenido era resistente. Ni los kiosqueros filonazis (todavía quedaba alguno) pudieron parar su distribución. "El periódico fue el mejor método de reclutamiento de resistentes. Demostraba que la gente que lo leía, y más aún la gente que lo hacía, estaban dispuestos a cambiar el destino", zanja Laurence Thibault, historiadora de la AERI.

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