luns, 27 de febreiro de 2012

El alcalde que vivió 30 años bajo tierra


El director Manuel H. Martín analiza las claves de su película de animación sobre Manuel Cortés y los hombres topo de la posguerra española. La cinta de dibujos '30 años de oscuridad' aspira a ganar mañana el Goya al mejor documental
CARLOS PRIETO MADRID 18/02/2012
Manuel Cortés, el hombre topo. O las aventuras del hombre que atravesaba paredes. Dicho así, 30 años de oscuridad suena a película de superhéroes. Y de hecho, lo es. Manuel Cortés, antiguo alcalde republicano de Mijas, abrió un agujero en la pared de su casa al acabar la Guerra Civil. Pasó tres décadas agazapado en el zulo. Treinta años de confinamiento, no fuera a ser que alguien le pegara un tiro. Su mujer le alimentó y le cuidó. No asomó la cabeza hasta 1969, año de amnistía franquista para los delitos rojos cometidos durante la guerra. El 28 de marzo de 1969 el entonces alcalde de Mijas, Miguel González Berral, acompañó a Cortés hasta el cuartelillo de la Guardia Civil. "Es usted libre", le espetó un teniente coronel de la Benemérita. En dos palabras: ¡Arriba España!
El director Manuel H. Martín ha convertido la odisea de Cortés en dibujo animado en 30 años de oscuridad, que aspira a llevarse mañana el Goya al mejor documental. Sí, animación y documental, han leído bien. En efecto, 30 años de oscuridad es una película de animación sobre la posguerra. Un documental de dibujos animados sobre Manuel Cortés y los topos de la posguerra. Un proyecto singular.
Realismo e imaginación
"La historia de Cortés me parecía tan tremenda que decidí rodar un documental en lugar de una ficción. Porque lo que termina por impactar y emocionar al espectador es presenciar algo que parece mentira pero es verdad", cuenta a Público el director Manuel H. Martín, que temía restarle fuerza dramática a las peripecias de Cortés si recurría a la ficción.
La decisión de contar la trama con dibujos fue, en parte, una manera original de sortear una carencia documental histórica: la falta de testimonios gráficos sobre las tribulaciones de los topos españoles. "Entrevistamos a los familiares de los topos para documentarnos. Casi nadie tenía fotografías. La nieta de Manuel Cortes me dijo que su abuelo era como un fantasma para ella. De ahí la estética fantasmagórica del filme", aclara Martín. En resumen, si no tienes imágenes de la época, dibújalas.
"El caso de Cortés me sirvió para hablar de todos los demás topos. Usé el ejemplo más popular para contar una historia muy poco conocida por el gran público, por mi generación, por los niños nacidos en los ochenta. La experiencia vital de Cortés reunía todas las características de los topos: encerrado en su propia casa a causa de la represión política, ayudado por su mujer, pero con familiares a los que no podía recurrir en busca de ayuda", enumera el director.
La vida de Manuel Cortés está contada en forma de novela gráfica. Con Juan Diego y Ana Fernández prestando voces y rasgos a la pareja que convirtió su casa en un zulo. Pero también hay sitio en 30 años de oscuridad para entrevistas a personas de carne y hueso. El filme recoge el testimonio de los primeros que contaron la historia de los topos: Jesús Torbado, autor junto a Manuel Leguineche del libro que les dio nombre, Los topos (1977), y el hispanista Roland Fraser, que escribió el pionero Escondido (In Hiding: The Life of Manuel Cortés) en 1972 y falleció el pasado 10 de febrero. "Está siendo una semana rara. Contento y expectante por los Goya, pero triste por la muerte de Fraser", confiesa Martín.
Entrevistas intercaladas con los dibujos para anclarnos a los hechos: "Quería que el espectador no levantara los pies de la realidad mientras miraba la novela gráfica", razona el director.
Al margen de ideologías
Manuel Martín, consciente de que la memoria histórica sigue siendo un campo de minas 75 años después del inicio de la Guerra Civil, dice querer ir con 30 años de oscuridad más allá de la retórica de "vencedores y vencidos": "No se trata de acechar a los verdugos, sino simplemente de recordar la tragedia. Mi intención no era hacer una película política sino un drama humano que, eso sí, debe ser contado para que no se olvide".
Por si no hubiera quedado claro, Martín insiste en susintenciones humanistas. "Lo que me atrajo del caso de Manuel Cortés es que se trata de una historia de supervivencia humana. Está por encima de cualquier ideología. Lo que la película no puede obviar es que hubo muchos años de dictadura. Los topos sufrieron la oscuridad, la represión y el miedo desde 1939 hasta la amnistía de 1969, aunque alguno no salió del agujero hasta la muerte de Franco por miedo. Las mujeres también tuvieron mucho peso. Estar ante un drama familiar con gran carga emotiva fue quizás el motivo principal por el que me impliqué en este filme, aunque no quería olvidar el contexto histórico".
Un proyecto tan heterodoxo como 30 años de oscuridad sólo podía partir de referentes insólitos. En efecto, puede resultar extraño que Manuel H. Martín diga que su película sobre los topos de la Guerra Civil le debe mucho a Soy leyenda, extraordinaria novela de ciencia ficción vampírica escrita por el novelista estadounidense Richard Matheson en 1954. "Es una historia breve que cuenta de un modo atractivo una historia compleja de violencia. Es uno de mis libros favoritos", asegura Martín sobre el libro de Matheson, llevado dos veces al cine: El último hombre vivo (Boris Sagal, 1971) y Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007).
Soy leyenda, editada en España por Minotauro, contaba las tribulaciones de Robert Neville, el último hombre vivo en un Los Ángeles posapocalíptico. El tipo sobrevive encerrado en su domicilio después de que una epidemia haya convertido al resto de humanos en vampiros que vagan, muerden y matan por las calles de la ciudad, y merodean la casa de Robert Neville a la caza del último pedazo de carne fresca. Bienvenidos a la Guerra Civil del hombre topo Manuel Cortés.

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