mércores, 18 de abril de 2012

Cuando los tatuajes eran coto de criminales y prostitutas


Errata Nature rescata los estudios realizados hace más de un siglo por tres médicos sobre "una costumbre rara" practicada por "individuos peligrosos"
CARMEN SIGÜENZA (EFE) Madrid 10/04/2012 16:38 Actualizado: 10/04/2012 16:51
Angelina Jolie, Penélope Cruz, Lady Gaga, Beckham o Leonardo di Caprio son algunos de los muchos famosos que llevan un tatuaje, porque es símbolo de modernidad y moda, pero hace un siglo taladrarse la piel era de marginales y convictos, seres anónimos que reúne el libro Tatuajes de criminales y prostitutas.
Un volumen que sale a la calle esta semana, publicado por Errata Nature, y que aúna dos libros, los estudios de finales del siglo XIX y comienzos del XX escritos por los médicos Eugenio Lacassagne, y Albert Le Blond y Arthur Lucas, hasta ahora inéditos en España, y cuyos archivos se reproducen en este libro con un sin fin de tatuajes originales.
Tatuajes de hombres y mujeres que fueron integrados por la ciencia decimonónica en una nueva categoría denominada "individuos peligrosos", personas que por tatuarse, una práctica que consideraba "una costumbre bárbara", eran mandados a cárceles, asilos, reformatorios o colonias penitenciarias, entre otras cosas.
Así, Tatuajes de criminales y prostitutas da voz y pone imagen a todos los lugares y rincones de los cuerpos de estos seres anónimos que salen a la luz cien años después, gracias a los escritos y archivos de estos médicos que tenían una mirada moderna, "incluso sabia, pero que hoy resulta algo ajena para nosotros, aparentemente lejos de aquellos prejuicios", dice la nota de prólogo de los editores.
La primera parte del libro, la firma el Lacassagne, quien formuló la doctrina sobre la decisiva influencia del medio social en la formación del criminal, creada en un momento en el que la criminología estaba dominada por la celebre figura del profesor turinés Cesare Lombroso, que reducía al criminal al carácter biologicista. Lacassagne, "un sabio del crimen", que cedió todos sus fondos a la biblioteca de Lyon, y que reunía todo lo que pudiera ayudarle a comprender la mente y el mundo criminal, solía visitar la cárcel de Saint Paul. Y entre todo ese material que acumuló, los tatuajes eran un aspecto sustantivo y fundamental para identificar al individuo que delinquía.
Un DNI que arrojaba luz sobre los sentimientos
Fichas con datos del tatuado, nombres, apellidos, edad, origen, fecha, lugar en el que se hizo el tatuaje, el procedimiento empleado, su descripción, su color y variaciones. Tatuajes con los que se identificaba la identidad de criminales y prostitutas; y, sobre todo un DNI que arrojaba luz sobre los sentimientos y emociones que circulaban por el fuero interno de estas personas.
Los textos de los profesores Le Blond y Lucas, que forman la segunda parte del libro, siguen las pautas y procedimientos de Lacassagne, pero se centran en las prostitutas que encerraban en el hospital cárcel de Saint-Lazare, por no ejercer su profesión dentro de los estrictos márgenes admitidos por la legalidad de la época, y en las chicas muy jóvenes que ingresaban por "prescripción paterna".
En resumen, Tatuajes de criminales y prostitutas aúna un todo sobre el pasado de esta práctica milenaria que tiene su origen en la palabra "tátau", según el libro, que en las islas de Tahití y Tonga se emplea para designar dicha operación. Un libro con más de 2.000 tatuajes en 550 individuos, con cuerpos enteramente tatuados, o con inscripciones en la cara, en la frente con un "mártir de la libertad", o "el presidio me espera".
Dibujos en el pene, el pecho, la espalda y las nalgas
También tatuajes en el vientre o en el bajo ombligo, con "contenidos lúbricos" o "inscripciones pornográficas" que dicen "Fuente del amor", "El placer de las mujeres" o "Venid mujeres a la fuente del amor", explica Lacassagne. Éste relata que es muy frecuente encontrar dibujos en el pene. Y que el pecho y la espalda es el lugar reservado para los dibujos más grandes, así como en las nalgas.
En cuanto a la prostitutas, el libro muestra un extenso ensayo sobre las diferentes clasificaciones, pero la más frecuente es la que hace referencia a la simple mención del nombre o iniciales del amante, y éstos se suelen realizar en el brazo o antebrazo. El lunar en la cara también demuestra la existencia de otros tatuajes mas grandes en el cuerpo.

Ningún comentario:

Publicar un comentario