domingo, 9 de setembro de 2012

Compás de espera en Migron


Este asentamiento judío en Cisjordania, ilegal según la legislación internacional, siempre ha contado con el apoyo del Ejército y los sucesivos gobiernos israelíes
EUGENIO GARCÍA GASCÓN Migron (Israel) 03/09/2012
Cuatro colonos adolescentes se cogen de la mano y forman un pequeño corro que empieza a girar rápidamente mientras sus voces corean consignas: "Israel es un Estado policial" y "Un judío no expulsa a otro judío" son las más frecuentes. Están en la puerta de Migron, un asentamiento "salvaje", que es como llaman a las colonias judías de Cisjordania que se han levantado sin la autorización del gobierno de Israel.
En realidad, Migron es el mayor asentamiento salvaje que hay en Cisjordania. Está a unos 13 kilómetros al norte de Jerusalén, muy cerca de Ramala y alberga medio centenar grandes naves que funcionan como casas prefabricadas de otras tantas familias.
En total, unas 300 personas habitan en esta colonia. La mayoría la abandonó en la mañana del domingo voluntariamente y solo unas cuantas familias fueron desalojadas por la fuerza por la policía ese mismo día, antes de que expirara el enésimo plazo dado por el Tribunal Supremo de Israel para el desalojo.
Migron se fundó en 1999. En ese año un grupo de familias plantaron las primeras caravanas en la superficie plana de la alta colina y le dieron el nombre de una antigua aldea bíblica, como ha ocurrido en otros tantos lugares de Cisjordania.
Poco a poco Migron fue creciendo, y lo hizo siempre con el apoyo militar del Ejército y con el respaldo político y económico de los distintos gobiernos que ha habido desde entonces, liderados por el Likud, los laboristas y Kadima. Todos han contribuido significativamente a que Migron sea lo que es y a que signifique lo que significa.
Distintos tribunales de Israel han dictaminado, sin embargo, que una parte de la llanura de la colina donde se asienta Migron es "propiedad particular" de palestinos de las aldeas vecinas. El final de este proceso que ha durado seis años, durante los que los palestinos han contado con la ayuda de la ONG israelí Paz Ahora, y ha terminado con una sentencia del Supremo que obliga al Estado a desalojar la colonia, una sentencia cuya aplicación los sucesivos gobiernos han demorado durante años.
"El hecho de que la mayoría de las familias hayan abandonado voluntariamente por su cuenta Migron esta mañana da una idea cabal de que su intención es respetar las decisiones del gobierno y de los tribunales. Es gente pacífica y no violenta", comenta Miri Ovadia, una joven que trabaja como portavoz del consejo de Binyamina, la organización comarcal a la que pertenece Migron y que consta de 44 comunidades judías ubicadas en mitad de las aldeas palestinas.
El Supremo no ha querido decir si los contratos de compra de la tierra que exhiben los colonos -o de una parte de la tierra- son auténticos, como sostienen los propios colonos, o falsos, como sostienen los palestinos. No obstante, mientras se dilucida esta cuestión, el Supremo ha ordenado el desalojo del asentamiento, y eso es lo que han hecho en la mañana del domingo casi todos los colonos, incluidos los niños.
"Los colonos llegaron aquí en 1999 y como esta tierra no había estado cultivada durante más de diez años, pasó a no pertenecer a nadie. Todo se ha construido con el apoyo del gobierno; no ha habido nada ilegal", explica Miri refiriéndose a unas normas del imperio otomano que Israel ha aplicado a menudo para confiscar tierras palestinas en Cisjordania y consolidar la ocupación.
Según el sistema judicial israelí, la propiedad de las tierras de Migron está en el aire y deberán de ser los tribunales israelíes los que decidan en un sentido u otro. Esta circunstancia la están aprovechando los colonos -y el gobierno de Binyamin Netanyahu- para mostrar al mundo que respetan las sentencias de los tribunales.
Este respeto tiene trampa, por supuesto, puesto que las tierras de Cisjordania, según la legislación internacional, no pertenecen a Israel, y la ocupación es ilegal se mire como se mire según la legislación internacional. Si los colonos radicales respetan las sentencias de los tribunales es porque esperan ganar algo a cambio.
"De Migron nacerán dos o tres comunidades nuevas", vaticina Dany Dayan, que es el responsable de Yesha, la organización que agrupa a todas las colonias judías de Cisjordania. "Estados Unidos y la Unión Europea deben entender que tenemos derecho a vivir aquí. Al día de hoy hay 360.000 israelíes que viven en Judea y Samaria (el nombre bíblico de Cisjordania), y en Jerusalén hay otros 250.000 israelíes. Esto significa que uno de cada diez israelíes vive en Judea y Samaria".
El gobierno de Netanyahu ha creado una colonia nueva para los colonos expulsados, pero éstos quieren regresar a Migron. Los colonos, además, desean crear una o dos colonias más en la zona para iniciar el proceso de asentamientos salvajes que a posteriori muy probablemente serán "legalizados" por el gobierno de Israel.
"El problema con el Tribunal Supremo afecta solo a unas pocas cuestiones técnicas, y no es un problema de fondo. Nuestra presencia aquí es parte de la solución y no parte del problema", afirma Dayan.

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