La mujer es discriminada y desplazada de la campaña de
recogida de aceituna
Hasta no hace mucho tiempo, para trabajar como jornalera en la campaña de
recogida de la aceituna había que ir acompañada de un hombre. Los empresarios
pretendían así compensar la nunca demostrada desigualdad física entre sexos en
los tajos. Esa barrera ya se había dado por superada, pero este año ha
irrumpido una discriminación aún mayor para las mujeres: como el trabajo es
escaso por la caída de la cosecha, el poco que hay es para los
hombres y las aceituneras tienen poco menos que imposible encontrar un jornal a
no ser que lo hagan en fincas familiares.
Es lo que ocurre, por ejemplo, en Villargordo, una
pequeña localidad jiennense con más de 900 desempleados (el 37% de
su población activa) y donde las mujeres solían acudir en masa a la aceituna.
Este año más de la mitad no lo hará. “Nos dicen que con los hombres se apañan y
que no hay trabajo para nosotras”, asegura la jornalera Eva Serrano. Ella al
menos tiene la suerte de que su marido sí trabaja, pero otras muchas sufren por
partida doble el paro en sus hogares. El Ayuntamiento ha tenido que abrir un
comedor social para garantizar una comida diaria a los más pequeños.
La campaña de recolección de la aceituna, la que más empleo suele dar en el
campo andaluz, se ha generalizado esta semana en prácticamente todas las zonas
productoras de la comunidad. Va a ser la peor cosecha desde 1995. La producción
ha caído por encima del 75% en Jaén, la provincia olivarera por excelencia, por
culpa de la sequía del último año. Los sindicatos
estiman que se perderán más de nueve millones de jornales, la mitad de ellos en
Jaén. Esta situación ha agudizado las tensiones laborales en el
campo. Y, como era previsible, además de los inmigrantes, reducidos este año a
la mínima expresión, las mayores víctimas son las mujeres.
La recogida de la aceituna ha sido donde la mayoría de las jornaleras
encontraba las 35 peonadas necesarias para optar al subsidio agrario. Y más
este año al fallar también la vendimia y la recolección del espárrago. Por
tanto, si no hay trabajo tampoco habrá subsidio. Lo cuenta Inma, una jornalera
de Jódar (Jaén). “No solo me han echado del tajo al que acudía cada año sino
que me será imposible alcanzar las 35 peonadas, es una doble discriminación”,
cuenta. Más problemas aún tendrá una paisana suya, Susana Collado, que al ser
menor de 25 años y no tener hijos, debe acreditar 53 jornales. “Y encima el
paro se me ha acabado esta semana”, se lamenta.
La
discriminación de la mujer en el campo no es algo baladí. El 55% de
los 468.000 afiliados al Régimen Agrario en Andalucía son mujeres, al igual que
son mayoría las que cobran el subsidio agrario (92.000 frente a 51.000 hombres
a finales de septiembre). “Esa discriminación es una vuelta de tuerca más hacia
actitudes arcaicas e impropias del siglo en el que estamos”, se lamenta Antonio
Marcos, secretario de la Federación Agroalimentaria de UGT en Jaén. El
sindicato quiere denunciar ante la Inspección de Trabajo a las empresas que
discriminan.
Los empresarios, por su parte, niegan la mayor. “Hoy el
campo se ha mecanizado mucho y la mano de obra se ha especializado, y son los
hombres los que más se han profesionalizado”, justificó en su día Luis Carlos
Valero, gerente de la patronal agraria Asaja en
Jaén. Pero la realidad dice que tuvieron que pasar muchos años para que la
patronal equiparara el salario de hombres y mujeres en los olivares. Y todavía
hoy existe una discriminación encubierta a la hora de pagar, ya que los hombres
se benefician de las nuevas categorías creadas en el convenio del campo. “Al
hombre se le paga por llevar la vara mecánica o la vibradora a pesar de que es
una tarea que también realizamos las mujeres”, comenta Juana Castro, una
aceitunera de Arbuniel. Ella sí ha encontrado trabajo en el olivar, pero
gracias a que iba con su marido.
Una jungla laboral con salarios a
la baja
El campo se ha convertido en una especie de jungla
laboral. La falta de empleo por las inclemencias climáticas está sirviendo a
muchos empresarios para justificar el pago de salarios muy por debajo de lo
estipulado, incluso incumpliendo convenios colectivos ya firmados. Es lo que
ocurre, por ejemplo, en el convenio del sector del aceite y sus derivados, que
vincula a los empleados de más de 300 almazaras orujeras. Para este año debía revisarse
con arreglo al IPC interanual nacional de septiembre (3,4%), más un punto, es
decir, una subida del 4,4%. Sin embargo, los empresarios se amparan en la
crisis para incumplir lo firmado. “La subida es inasumible porque las
circunstancias no son las mismas y ha habido un aumento de costes”, sostiene el
presidente de la Asociación Provincial de Almazaras de Jaén (APAJ), Manuel
Alfonso Torres.
También en el convenio del campo de Jaén —que sirve
de referencia para el resto de Andalucía—, y que vincula a más de 100.000
trabajadores, los sindicatos han constatado ya graves incumplimientos. El
convenio se ha revisado este año con una subida del 2%, pero UGT sostiene que
en muchos tajos se están pagando salarios por debajo del 40%. Y por si fuera
poco, también los trabajadores eventuales agrarios van a sufrir en sus carnes
las consecuencias de la eliminación de la paga extra de Navidad a los empleados
públicos. En concreto, a los trabajadores del Programa de Fomento de Empleo
Agrario (Profea, antiguo PER) se les está descontando seis euros por día, lo
que supone unos 90 euros para una campaña de apenas 15 días.
Mientras tanto, la Inspección de Trabajo y Seguridad
Social ha iniciado los controles en la campaña de la aceituna para comprobar el
cumplimiento de la normativa laboral en el sector. Las actuaciones van
dirigidas en varias direcciones. Por un lado, se intentarán corregir posibles
casos de abuso en materia de jornada o salarios por debajo de convenio. También
se buscarán posibles situaciones de empleo sumergido, como la contratación de
trabajadores extranjeros sin autorización para trabajar en España, la
simultaneidad del trabajo con el cobro de prestaciones o el incumplimiento de
las obligaciones de alta y cotización en la Seguridad Social.
Los inspectores también vigilarán el cumplimiento de
la Ley de Prevención de Riesgos Laborales como la utilización de equipos de
trabajo seguros o el uso de elementos de protección individual y colectiva. Los
sindicatos vienen denunciando la escasez de medios de la Inspección en la
agricultura.
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