martes, 29 de xaneiro de 2013

Papá sexista, hija conformista


Por: Marta Castro | 22 de enero de 2013
La paridad entre sexos si solo es de boquilla, no da resultados. Un estudio, presentado en el encuentro anual de la Sociedad de Personalidad y Psicología Social en Nueva Orleans, asegura que los estereotipos de género arraigan desde la infancia y pueden ser determinantes a la hora de no elegir, por ejemplo, una carrera de ciencias o una ingeniería. Es decir, una educación no igualitaria lastra las aspiraciones sociales y laborales de las niñas.
Lo más curioso de esta investigación es que afirma que el factor más determinante para el comportamiento de las niñas no es el ejemplo que ofrece su madre, sino su padre. Las hijas de padres igualitarios son más propensas a tener intereses más amplios, comenzando desde el juego, sin encerrarse en los tópicos de las muñecas y el color rosa. La explicación, según las psicólogas es que el padre proyecta con su conducta el tipo de mujer que se espera en que se convierta. Si el padre potencia un comportamiento estereotipado femenino, es lo que conseguirá.
Pero el estudio no se limita a escudarse en el complejo de Electra y sus tentáculos para explicar esta mayor influencia del padre. Según las investigadoras, el motivo principal es que los padres son vistos todavía como el miembro con más estatus dentro del hogar.
"Cuando se trata de aprender los roles de género las actitudes implícitas hablan más que las palabras", explica Toni Schmader, una de las autoras del informe y profesora de la Universidad de Columbia. "Los padres están orgullosos de enseñar a sus hijos que ellos pueden ser lo que quieran. Sin embargo, el comportamiento de los padres y la propia cultura siguen reforzando los roles de género más tradicionales femeninos".
El estudio repartió cuestionarios a 196 niños y 167 niñas de primaria y al menos uno de sus padres. Las preguntas se centraban en los estereotipos de género y la división del trabajo doméstico. Los resultados, los esperados, los de siempre. Las mujeres, incluso las que trabajan fuera del hogar, tienen más tareas domésticas y además están más predispuestas a sacrificar su carrera laboral por las obligaciones familiares.
La investigación afirma que el lenguaje que usamos para hablar de las tareas del hogar es inconscientemente más atractivo para las mujeres, pero no tiene el mismo efecto en los hombres. Para las investigadoras eso hace que las elecciones de las mujeres no sean tan libres como se creen.
Por último, el estudio afirma que esa cadena inconsciente es la que ata a las mujeres las manos a la hora de elegir carreras científicas y tecnológicas. Las investigadoras han comprobado que la amplitud de los intereses es uno de los condicionantes de esta elección. Si sólo juegas con muñecas, nunca te llegarán a interesar la mecánica de fluidos, cuentan. Ya en la adolescencia se nota esa tendencia, con menos implicación en materias como matemáticas o informática.
La última conclusión del estudio tampoco es novedosa. Por muy ambiciosas y prometedoras que sean sus carreras profesionales las mujeres están más dispuestas a dejarlas, a aceptar trabajos con menos horas y menos prestigio, para atender a su familia.

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