sábado, 23 de febreiro de 2013

El cazador de imágenes


Mapfre dedica una muestra a Manuel Álvarez Bravo, fundador de la fotografía moderna en México
La buena fama (1938)
Vivió cien años y fue fotógrafo durante 80. Manuel Álvarez Bravo (México DF, 1902-2002) fue lo que se podría llamar un fotógrafo al acecho, un cazador de imágenes. Solía colocar el trípode con la cámara y esperaba hasta que algo ocurriera. Así capturó imágenes tan famosas como Obrero en huelga asesinado (1934) o Señor de Papantla (1934). Enemigo del pintoresquismo o de las declaraciones explícitamente políticas como las de sus amigos muralistas, Álvarez Bravo prefería componer poemas gráficos a partir de las imágenes que obtenía. Le interesaba la forma de la historia más que lo que estaba ocurriendo ante sus ojos. Vinculado durante mucho tiempo al surrealismo, su obra es demasiado compleja para ser etiquetada. La Fundación Mapfre, en colaboración con el Jeu de Paume parisino ofrece a partir de mañana una retrospectiva en la que a través de 150 obras se recorren los grandes ejes temáticos del artista. El cine, en el que trabajó como fotógrafo de fijas para Buñuel o Eisenstein, está presente en una serie de vídeos inéditos en los que se recogen proyectos que nunca pudo poder en práctica.
Comisariada por Gerardo Mosquera y Laura González Flores, la exposición explica como la cultura postrevolucionaria, la cultura urbana y los grandes movimientos artísticos internacionales (pintura, literatura, música) alimentaron la obra de Álvarez Bravo. Ambos han querido dar a conocer la obra del fotógrafo con una perspectiva diferente a lo que algunos de sus trabajos más difundidos podían dar a entender. “Es un fotógrafo de una importancia universal”, asegura Gerardo Mosquera. “Le fascinaban los escenarios y las composiciones que pudieran surgir a partir de ellos. lo que suceda, es secundario. El buscaba una composición determinada, diferente, ajena a todo exotismo mexicano”.
Esos mismos tipos de escenarios le interesan tanto en los comienzos de su carrera, en los años veinte, como al final de su vida. Su mirada no es la de un documentalista, es la de un artista experimental. “Su amigo Cartier-Bresson, con el que compartió exposiciones, contaba siempre que perseguía capturar un momento de algo que estaba sucediendo. Álvarez Bravo, espera a que lo que ocurra encaje con la composición que busca. Una concepción muy diferente de la fotografía”, detalla Mosquera.
Hijo de una familia humilde y autodidacta de formación, Álvarez Bravo ejerció como fotógrafo desde muy joven aunque para alimentarse trabajó como contable durante muchos años hasta que los muralistas (Orozco, Rivera, Siqueiros) le pidieron que retratara sus obras. después, durante muchos años, fue asesor de colecciones para Televisa. Casado en tres ocasiones, se le conoce como un hombre de ideas progresistas, pero ajeno a la militancia que caracterizó a muchos de los artistas contemporáneos. Fue amigo de muchos de ellos y en especial de Frida Khalo, a quien retrató en numerosas ocasiones. Además de las 152 fotografías y cinco vídeos experimentales inéditos realizados en Súper 8, la exposición incluye correspondencia con otros grandes de la fotografía como Henri Cartier-Bresson, Alfred Stieglitz o Edward Steichen.
En sus comienzos, la influencia de Edward Weston y Tina Modotti fue definitiva. Con ellos inició la senda del antipintoresquismo que le haría diferente de sus compatriotas fotógrafos. La llegada de André Breton a México, en los 30, le situó en la senda del surrealismo, aunque él mantuvo siempre su propio camino. Fue una buena relación con algún contratiempo. Cuando Bretón le encargó en 1938 una portada para una exposición en París, el mexicano le entregó La buena fama durmiendo, uno de sus trabajos más famosos.En la imagen se ve a una mujer tumbada desnuda, con vendas en la parte alta de sus muslos, pero con abundante vello púbico al aire. Demasiado atrevido para Breton, quien optó por otro trabajo para su catálogo. A modo de peculiar venganza, esa ha sido la imagen anunciadora en las banderolas que han colgado de las farolas parisinas durante la exposición de esta misma muestra en el Jeu de Paume de París.
La exposición está organizada en torno a ocho grupos temáticos constantes en la obra de Álvarez Bravo: Formar, construir, aparecer, ver, yacer, exponerse, caminar y soñar.

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