domingo, 20 de outubro de 2013

Francia honrará la memoria de sus fusilados durante la I Guerra Mundial


Un informe encargado por el Gobierno propone reparar la memoria de los soldados ejecutados para dar ejemplo a las tropas
Se calcula que son varios centenares, cerca de un millar, los soldados franceses que murieron fusilados por los suyos tras juicios sumarísimos entre 1914 y 1918. Muchos de ellos no eran cobardes, ni espías, ni desertores. Ahora, a unos meses para el centenario del inicio de la I Guerra Mundial (1 de agosto de 2014), Francia está pensando en reintegrar a la memoria nacional a aquellos Bartlebys bélicos, algunos de ellos menores de edad, que acabaron pasados por las armas aunque habían sido buenos soldados. Un informe elaborado por varios historiadores dado a conocer este martes en París propone a los poderes públicos honrar la muerte de los que se negaron a ser sacrificados en el campo de batalla, que fueron fusilados para dar ejemplo a las tropas y que no tuvieron derecho a figurar en las lápidas conmemorativas.
Entre los ejecutados, los hubo que se negaron a dejarse matar y desertaron o desobedecieron órdenes; otros que se rebelaron y se amotinaron; algunos que eran espías y otros muchos que, como uno de los personajes de 14, la novela de Jean Echenoz recién publicada en España, simplemente tuvieron un despiste o un momento de debilidad o desesperación y dejaron el frente durante unas horas.
“Hemos descubierto en torno a 600 o 650 fusilados por desobedecer órdenes y, sumando los delitos de derecho común y espionaje, la cifra total sería de unos 740 soldados en total”, señalan los autores del informe, que trazan una clara distinción entre los fusilados “para dar ejemplo” y los amotinados del año 1917, que según la leyenda huyeron a tierra de nadie mientras balaban como corderos para denunciar la torpeza o la crueldad de sus generales.
“La mayor parte de los fusilamientos ejemplarizantes ocurrieron en 1914 y 1915, y solo una treintena entre los 40.000 y 80.000 amotinados fueron pasados por las armas”, estima el informe, que recuerda que las ejecuciones de los primeros años de la guerra trataban de ejercer un efecto disuasorio sobre la tropa: “Debían servir de ejemplo, lo cual no quiere decir que los soldados fusilados fueran inocentes, sino que sus juicios intentaban evitar otras desobediencias, y por eso la ejecución se realizaba ante sus compañeros”.
Los historiadores relatan varios casos especialmente sangrantes, como el de cuatro soldados condenados a muerte y ejecutados en 1915 porque se negaron a volver al ataque, agotados después de intentar “varios asaltos inútiles”.
La primera guerra industrial de la historia fue una carnicería sin precedentes ni paliativos: causó 19 millones de muertos y 21 millones de heridos, entre civiles y militares. Francia perdió a 1,3 millones de soldados, un 27% de los cuales tenían entre 18 y 27 años. La tropa era conocida como los poilus –literalmente, los peludos; en argot, los machos-, por la nutrida presencia de soldados valientes, agrestes y barbudos. Ese apelativo de origen napoleónico apenas se usaría en la II Guerra Mundial.
Según los autores de la monografía, encargada por el Gobierno ante las conmemoraciones del año que viene, “hay un amplio consenso social para estimar que la mayoría —de los fusilados durante la contienda— no fueron cobardes, sino buenos soldados, que hicieron su deber y no merecían la muerte”.
Los historiadores explican que los contemporáneos, “tanto de derechas como de izquierdas, no tienen la intransigencia de antaño, son mucho más sensibles a las condiciones aterradoras que enfrentaron los poilus, y entienden que algunos pudieran rajarse sin por ello ser cobardes”.
El informe cita el discurso del exprimer ministro socialista Lionel Jospin, que en 1998, en Craonne (al norte del país), pidió que los soldados “caídos en una desesperación sin fondo, que se negaron a ser sacrificados”, fueran integrados en la memoria nacional. Y recuerda también el homenaje de Nicolas Sarkozy, un año más tarde en Verdun (al este), a los “fusilados para dar ejemplo”.
La dificultad, ahora, estriba en cómo rehabilitar esa memoria. Los historiadores proponen cuatro escenarios, pero descartan de antemano dos de ellos: el de no hacer nada, y la rehabilitación general. “No podemos honestamente declarar que Mata Hari, fusilada en ejecución de un consejo de guerra, muriera por Francia”, señalan.
Una tercera vía, la rehabilitación caso por caso, sería una empresa “demasiado difícil”, y “no tendría el menor sentido revisar los procesos cien años después”.
Así que la propuesta sugerida a los poderes públicos es “hacer una declaración solemne seguida de un proyecto pedagógico”. Esa declaración afirmaría “de forma muy clara que muchos de los ejecutados, pero no todos, lo fueron en condiciones precipitadas, incluso arbitrarias”. Y añadiría que esos soldados, “en cierto modo, murieron por Francia”.
Para completar esa “rehabilitación moral, cívica y ciudadana”, los historiadores proponen actuar “en el plano memorial y simbólico, para reintegrar plenamente a los fusilados en la memoria nacional”.

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