domingo, 15 de setembro de 2013

Para qué sirven los símbolos patrios


Con ocasión del libro 'Ser españoles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX', varios historiadores, pensadores, escritores y sociólogos analizan el tema
Decía el escritor argentino Leopoldo Marechal que la patria es un dolor que aún no sabe su nombre, y un mucho más optimista Benjamin Franklin la situaba allá donde morara su libertad. La patria es un sentimiento, un lugar de refugio, quizá una mujer, y también una fuente de sufrimiento por reconocerla o por rechazarla. Algo que trasciende las fronteras, pero que se trata de resumir mediante unos símbolos. En los casos más felices, estos recogen un profundo orgullo, a veces llevado a límites que causan la burla de los más cínicos. Estados Unidos se alza ante su himno y se emociona con su bandera; Canadá exhibe sus colores y su hoja de arce allá por donde pisa; o Reino Unido transforma sus símbolos en parte de la cultura pop y del souvenir. ¿Y España? Para hablar de ella y de qué la representa es imposible no volver al lugar y al tiempo de la dictadura franquista, en la que el régimen se apropió de los símbolos nacionales para usarlos a la medida de su ideología. Si la fuerza de una idea de España revivió con el boom económico o se nutre de los éxitos deportivos, ¿dónde está la patria española fuera del terreno de juego y qué símbolos le dan cohesión? ¿Qué mueve en la gente ver la rojigualda? La ambivalencia de afectos marca la historia española. Los profesores Javier Moreno Luzón y Xosé Núñez Seixas han partido en su libro Ser españoles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX (RBA) de la idea de que las naciones “no son eternas”, algo lejano a las premisas de los nacionalistas, aseguran.
“Queremos plantear preguntas complejas, no actuar como los historiadores decimonónicos que buscaban confirmar certezas, una forma de identificación para las siguientes generaciones”.  Y esto les ha servido como antídoto ante la tarea de enfrentarse a un tema “complejo y cargado de pasiones” como es la identidad nacional. “No consideramos que haya estado ahí ni desde los íberos ni siquiera desde la guerra antinapoleónica; ha sido objeto de ajuste y redefinición”, explica Núñez Seixas. Investigadores de distintos países que trabajan en universidades europeas y estadounidenses analizan en el libro símbolos y prácticas simbólicas, mitos que han acompañado la batalla por un supuesto ser nacional: la bandera, el himno nacional, manifestaciones culturales como los toros, la música y el cine, los mapas y la capital, la forma del Estado como Monarquía o República, o también el empleo que se ha hecho de la mujer para tratar de construir aquello que se conoce como España.
Moreno Luzón y Núñez Seixas abordan desde una perspectiva comparada la fabricación, uso y difusión de los símbolos, su lectura e imposición desde arriba y recepción desde abajo, “cómo la sociedad civil y los ciudadanos los ha reinterpretado”, explica Núñez Seixas. El argumento que apoyan es el de la construcción cultural de la identidad. “A veces se acusa a los historiadores o a los especialistas en nacionalismos de denigrar o de atacar las identidades nacionales al hablar de construcción, de hacer ver que son artificiosas y que por lo tanto son ficciones de las que se puede prescindir. Pero nuestro enfoque no implica que sean menos importantes”, subraya Moreno Luzón. Los editores del libro apuntan a la dictadura franquista como a aquella época en la que por la represión violenta se impusieron una serie de símbolos y una manera de entender la patria. La monarquía juancarlista tampoco ha logrado, de acuerdo con estos expertos, que una identidad nacional cimentara a su abrigo. ¿Qué símbolos han sido más efectivos a la hora de coser un mapa cuyas costuras en estos momentos amenazan con reventar por parte de Cataluña? Hoy 11 de septiembre se celebra la Diada, la fiesta oficial de la comunidad autónoma. EL PAÍS ha hablado con otros expertos de áreas como la filosofía, la historia, y la literatura para valorar los elementos que han funcionado o que no lo han hecho.
Julián Casanova, historiador.
“Los españoles no hemos tenido nunca, hasta la democracia, una fiesta civil (en este caso, el 6 de diciembre) que dure décadas. Y durante todo el franquismo, la fiesta nacional fue el 18 de julio, que conmemoraba un golpe de Estado, el inicio de una guerra civil y de las políticas de exterminio. Tampoco hemos tenido una bandera asumida y compartida por todos, por la explotación que de ese signo siempre hicieron los militares. El mismo argumento puede utilizarse con el himno, que no tiene letra ni lo cantamos. La lengua es el símbolo que más nos identifica, incluso teniendo en cuenta la inclinación soberanista en Cataluña en los últimos años”.
 Justo Navarro, escritor y traductor.
“Lo más usado es el amor propio, el orgullo de tribu o linaje: los agravios sufridos ante otros grupos con distinta identidad nacional. A este sentimiento se le añade la camiseta del equipo de fútbol, o la bandera. Está muy de moda en ropa y complementos. La veo desde los zapatos a la gorra, aunque la gorra sea una gorra de béisbol, americana. Es llamativo que la moda patriótica de la bandera sea extranjera, americana exactamente, y que casi todas las banderas estén fabricadas en Oriente.
Un himno oportuno puede contribuir a la exaltación, aunque desde el punto de vista musical no es muy agradable. Los deportes han hecho mucho por ellos, pero el problema de la bandera y del himno de España es que son poco apreciados por un número estimable de ciudadanos, precisamente porque tuvieron mucha importancia entre 1939 y 1977. Los toros son un arte que para dar placer estético a sus admiradores exige marear, maltratar, sangrar y matar a un toro. El cine español es como la bandera, muy americano. Las artes en general y la gastronomía son otros símbolos”.
Enrique Gil Calvo, sociólogo
“Todos los símbolos son partidistas, divisionistas y polarizados. No hay símbolos comunes o unidos (unionistas) sino divididos, separados y ferozmente enfrentados a cara de perro. Por ejemplo, la bandera. No hay una bandera sino dos, la franquista contra la republicana o viceversa. O más, si tenemos en cuenta la permanente guerra de banderas de la ikurriña y la senyera contra la bandera constitucional. Y lo que pasa con la guerra de banderas pasa también con todos y cada uno de los demás símbolos políticos. Pues aquí todo se politiza y se convierte en un símbolo político, con tal de que pueda ser esgrimido como arma arrojadiza en la eterna guerra política de todos contra todos”.
Ricardo García Cárcel, historiador
“Hay que deshacer mitos arraigados entre la gente joven: Franco no inventó España. El problema es la capitalización que hizo el franquismo de esa identidad española restrictiva. No hay que ser franquista para estar satisfecho de ser español y mostrar una bandera. Hay indicadores de una conciencia nacional: el castellano, que es la lengua oficial, ha tenido la fortuna de proyectarse a América”.
Josep Ramoneda, pensador
“Es muy difícil que se den en España elementos de identidad, por su tendencia a la división, por su carácter plurinacional y las relaciones entre el centro y periferia. Lo que trata de configurar una identidad nacional no funciona: hay un himno nacional sin letra, la bandera ha ido cambiando… La Guerra Civil juega como una especie de superego colectivo desde el que se impone la idea de 'nunca jamás'. Esto facilitó la Transición. Pero España no ha culminado en un Estado redondo, ahora vivimos un momento de agotamiento de un modelo, que está desdibujado”. Cosas que compartimos: “La selección española, la rivalidad entre el Real Madrid y el Barça, El Quijote, Goya, Picasso y Velázquez, aunque los dos primeros son demasiado afrancesados y radicales para ser aceptados por el conjunto del país”.
Bernardo Atxaga, escritor
“Construye la lengua, y construye la historia, una cierta interpretación de la historia. Todo lo demás es secundario, superficial. Hay que respetar las banderas, porque forman parte de la vida de mucha gente. Otra cosa es quererlas. Recuerdo que cuando tenía unos doce años, estando de excursión en Jaca, vi la primera ikurriña de mi vida. La llevaba un grupo de baile suletino, invitado a las fiestas de aquella localidad. Si tengo que elegir alguna bandera, elijo aquella. El himno nacional actualmente va unido al deporte, principalmente al fútbol (y fútbol es fútbol y es identidad). Para mi gusto, demasiada bulla. El día de la final, yo me quedo en la cama igual. La lengua es el factor identitario más fuerte, sin duda. Así lo vio el mismo Antonio de Nebrija, que unía a ella la suerte del Imperio Español. Lo mismo los republicanos franceses. Así lo ven también los nacionalistas vascos y catalanes”.
Así la lengua es aquel lugar donde situar la patria, como si todos fuéramos los escritores de aquella frase de Francisco Ayala. Y, para algunos de nuestros expertos, quizá el brazo de Rafael Nadal sea ese paisaje que añorar.

El cine que retrató la dictadura de Pinochet


Filmoteca del golpe y sus secuelas: desde 'LLueve sobre Santiago', hasta 'No', pasando por 'La muerte y la doncella'
Helvio Soto, Ignacio Agüero o Pablo Perelman son algunos de los directores que han usado el lenguaje audiovisual para retratar la historia de la dictadura de Chile. Con motivo del 40 aniversario de este episodio negro de la historia EL PAÍS propone nueve películas ambientadas en los sucesos ocurridos entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990.

1. Llueve sobre Santiago. Director: Helvio Soto (1976). 11 de Septiembre de 1973. Santiago de Chile está a punto de estallar. Tanques militares, dirigidos por el general Augusto Pinochet, invaden las calles de la ciudad, preparando el terreno para un brutal golpe de estado que cuenta con la colaboración de la CIA.
2. La ciudad de los fotógrafos. Director: Sebastián Moreno (2006). Un documental que cuenta las historias de algunos fotógrafos durante la dictadura de Chile. La película expone el pasado y el presente de estos retratistas de la realidad. Hoy en día su trabajo es un importante material histórico.
3. De amor y de sombra. Director: Betty Kaplan (1994). Irene Beltrán, una joven y ambiciosa reportera, pasa todos su días entregada plenamente a su revista, intentando olvidar la oscura realidad de lo que ocurre en su Chile natal. Durante un reportaje en el que trabaja con un apasionado fotógrafo, ambos son testigos de un espantoso crimen... descubriendo la verdadera cara criminal y la brutalidad del espantoso régimen chileno
4. Fiesta patria. Director: Luis R. Vera (2006). En una casa de campo, un grupo de familiares y amigos se reúnen para celebrar las fiestas patrias y el compromiso de boda de Macarena y Álvaro. Durante las festividades, Macarena se entera del horrible secreto mejor guardado de la familia...
5. La frontera. Director: Ricardo Laraín (1991). Durante los últimos años de dictadura militar en Chile, Ramiro Orellana es condenado a relegamiento, un exilio dentro de su propio país. Llega a la zona de La Frontera, límite histórico entre los indios mapuches y la colonización española. Ramiro descubrirá una nueva dimensión de la vida, que lo hará atravesar sus propias fronteras interiores.
6. Desaparecido. Director: Costa-Gavras (1982). Charles Horman, un joven e idealista periodista norteamericano, desaparece de su domicilio en Santiago de Chile tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet. Su mujer y su padre, que se traslada allí desde los Estados Unidos, intentan averiguar su paradero y vivirán una auténtica odisea recorriendo las instituciones diplomáticas norteamericanas y tropezando con infinitas trabas burocráticas.
7. Machuca. Director: Andrés Wood (2004). Santiago de Chile, 1973. Gonzalo Infante y Pedro Machuca, dos niños de once años, viven en dos mundos diametralmente opuestos: el primero en un barrio residencial, y el segundo en un poblado ilegal a pocas manzanas de distancia. El director de un colegio religioso privado, el padre McEnroe, es un idealista que, con el apoyo de algunos padres, intenta integrar en el elitista colegio a chicos procedentes del poblado. Es así como Pedro Machuca y Gonzalo Infante llegan a ser compañeros de clase y amigos en un momento de gravísíma división y enfrentamiento dentro de la sociedad chilena.
8. No. Director: Pablo Larraín (2012). René Saavedra es un ejecutivo de publicidad que regresa a Chile tras su exilio en México y diseña una brillante y optimista campaña que propugna el "No" al plebiscito chileno de 1988. Su objetivo es poner fin a la dictadura militar y derrocar a Augusto Pinochet.
9. La muerte y la doncella. Director: Roman Polanski (1994). En un país imaginario que acaba de sufrir una terrible dictadura, viven Paulina Escobar y su marido Gerardo, un prestigioso abogado. Una noche, Gerardo se presenta en casa con un hombre cuyo coche ha sufrido una avería. Se trata del doctor Miranda, en quien Paulina cree reconocer al verdugo que la torturó cuando estuvo encarcelada. Decidida a desvelar la verdad, lo somete a un duro cautiverio. La película está basada en la obra de teatro, de mismo título, de Ariel Dorfman. Según el escritor, el tema central está orientado en la transición chilena a la democracia.

Casi el 25% de los hombres en Asia admite haber violado a alguna mujer


Un informe de la ONU en seis países revela que la mayoría lo justifica por sus "derechos sexuales"

Casi un cuarto de los hombres de Asia admite haber cometido al menos una violación, según un informe de Naciones Unidas sobre violencia contra las mujeres. Según recoge la británica BBC, la violación es común entre las parejas, aunque el 10% de los hombres reconoce haber violado a una mujer con la que no mantenía vínculo sentimental. La mitad de los que admiten el delito confiesan haberlo hecho más de una vez. Y el 75% defiende que fueron sus “derechos sexuales” lo que le llevaron a hacerlo. El estudio, que es el primero que se hace para examinar la violencia generalizada contra la mujer, contó con el testimonio de 10.000 hombres de seis países.
Emma Fulu, una de las autoras del informe, ha asegurado que los hombres creían que tenían derecho a mantener relaciones sexuales con la mujer independientemente de si esta daba o no su consentimiento. Según ha explicado, también es común que los hombres violen como una forma de “entretenimiento”. “Ya sea por diversión o porque están aburridos”, ha expresado la autora. Las agresiones también se emplean como forma de castigo y el motivo menos frecuente “de forma sorprendente”, según Fulu, fue el alcohol.
Los autores, cuyo estudio ha sido publicado parcialmente en la revista The Lancet Global Health , subrayan que los datos no representan a toda la región de Asia y Pacífico, ya que el número de testimonios no es suficiente para hacer una extrapolación proporcional.
En Papúa Nueva Guinea —el país de cinco millones de habitantes que se asienta sobre la isla de Nueva Guinea, al este de Indonesia—, el 60% de los hombres asegura que ha obligado a una mujer a mantener relaciones sexuales. Mientras, en las zonas urbanas de Bangladesh y la isla de Sri Lanka, este porcentaje baja hasta el 10%. En Camboya, China e Indonesia, son alrededor del 20% de los hombres los que admiten haber cometido el delito.
Los datos revelaron que quienes habían sufrido agresiones o abusos cuando eran pequeños presentaban una mayor tendencia a cometer violación. La profesora Rachel Jewkes, que dirigió la investigación en Papúa Nueva Guinea, dijo que la zona en la que se hizo el estudio ─ Bougainville, la mayor de las islas del archipiélago de Salomón─ tenía una historia particularmente turbulenta con un conflicto civil “extraordinariamente destructivo” que se extiende desde finales de 1980 hasta 2005. "Es un área en la que el conflicto no ha sido totalmente resuelto", ha asegurado.
Algunas de las preguntas que recogió el estudio
¿Alguna vez ha tenido relaciones sexuales con su pareja aunque ella no quisiera porque, según usted, debería estar de acuerdo, ya que es su esposa/pareja?
¿Alguna vez ha tenido relaciones sexuales con una mujer que estaba demasiado borracha o drogada para decir si quería o no?

sábado, 14 de setembro de 2013

China inicia el fin de los campos de reeducación por el trabajo


Las detenciones de hasta cuatro años sin juicio serán eliminadas en la ciudad sureña de Guangzhou, en la provincia de Guangdong

La reeducación por el trabajo -un controvertido sistema de detención que permite a la policía encarcelar hasta cuatro años sin necesidad de juicio- será eliminada en la ciudad china de Guangzhou (capital de la provincia sureña de Guangdong) para finales de este año, según ha publicado la prensa oficial. Los 100 presos que quedan en sus cárceles serán puestos en libertad para entonces, cuando habrán completado sus sentencias, según ha afirmado Yu Mingyong, vicepresidente del tribunal provincial de Guangzhou. Las autoridades dejaron de enviar supuestos criminales a los campos de reeducación de esta ciudad -una de las más grandes de China- en marzo pasado.
El país asiático estudia desde hace años reformar esta vía de castigo -muy criticada tanto fuera como dentro de China-, pero la decisión ha sido retrasada una y otra vez. Ahora, tras la llegada al poder en marzo de la nueva Administración liderada por el presidente, Xi Jinping, y el primer ministro, Li Keqiang, la reforma está avanzando. En su primera rueda de prensa tras asumir la jefatura de Gobierno, Li prometió cambios en la legislación este año, y, aunque aún no ha sido anunciado un plan nacional, algunos gobiernos provinciales ya han dado pasos en este sentido.
"La policía y muchos expertos legales se han dado cuenta de los inconvenientes de la reeducación por el trabajo y han pedido la abolición del sistema (conocido como 'laojiao'), que se ha quedado obsoleto", afirma Yu en el periódico China Daily. "Muchos de quienes son puestos en libertad tras pasar por estos campos tienen muchas dificultades para reintegrarse en la sociedad y las familias, y trabajar después (…) Su libertad personal ha sido limitada durante varios años".
Los campos de reeducación han sido muy criticados por organizaciones de derechos humanos y Naciones Unidas. En China, abogados y académicos han asegurado que son ilegales, son fuente de abusos de poder, violan la Constitución y son abono para la corrupción, ya que muchos familiares de los presos sobornan a los funcionarios para reducir las penas o mejorar sus condiciones en la cárcel.
La reforma del sistema se ha visto frenada por la posición del Ministerio de Seguridad Pública, que ha advertido del riesgo que puede representar para la estabilidad social. Sus partidarios aseguran que contribuye a frenar la criminalidad. La eliminación supondría también la desaparición de una fuente de ingresos para los Gobiernos locales. Estos se benefician de la mano de obra gratis de los internos, que fabrican, entre otros, componentes de automoción.
Algunos expertos creen que la modificación del sistema precisaría una redistribución de los poderes entre distintos organismos gubernamentales, como los Ministerios de Justicia y de Seguridad Pública, y una revisión de leyes y regulaciones que van en contra de la reforma.
El sistema de 'laojiao' fue creado en la década de 1950, a partir del modelo soviético, poco después de la llegada al poder de Mao Zedong en 1949, y fue legalizado por el Congreso chino en 1957. Inicialmente, surgió para encarcelar a "contrarrevolucionarios", "capitalistas" y críticos con el nuevo Gobierno comunista. Más tarde, fue extendido a autores de otros supuestos delitos, prostitutas y drogadictos. También es utilizado ampliamente contra activistas políticos y religiosos, y los miembros del movimiento de inspiración budista Falun Gong, que Pekín ilegalizó a finales de la década de 1990.
Las estimaciones sobre el número de personas en los campos reeducación por el trabajo varían. Según el Ministerio de Justicia, en 2008 había 160.000 internos en un total de 350 de estos centros. La cadena de televisión pública CCTV eleva el número a 310.000, en 310 centros. Naciones Unidas estimó en 2009 la cifra en 190.000.
La reeducación por el trabajo es un sistema de detención administrativa para delitos menores, dictada al margen del sistema judicial, que permite a la policía encarcelar hasta cuatro años. Es distinta de la antes denominada reforma por el trabajo o 'laogai', que incluye prisiones, granjas y campos de trabajos forzados para condenados por un tribunal, con penas más extensas. Estas últimas instalaciones continúan existiendo, pero el Gobierno no emplea el término 'laogai' desde mediados de la década de 1990.
Según Wang Da, profesor de la Universidad de Guangzhou, el 'laojiao' fue importante para garantizar el orden y gestionar la sociedad en un momento en que el país no tenía un sistema judicial avanzado. "Pero ahora China ha creado procedimientos legales e instalaciones para procesar y castigar a los pequeños criminales, lo que ha hecho obsoleta la reeducación por el trabajo", afirma en China Daily. "El sistema debería finalizar, ya que va en contra de los procedimientos legales y viola los derechos del ciudadano. La abolición es importante para promover el gobierno de la ley, proteger los derechos humanos y estandarizar los procedimientos legales". Los expertos presagian que la transición será progresiva, y que el caso de Guangzhou podría servir de ejemplo a otras ciudades para la abolición gradual de un método de punición que lleva en vigor más de medio siglo.
En febrero, la provincia suroccidental de Yunnan dijo que dejaría de enviar gente a campos de reeducación por algunos delitos, como "amenazar la seguridad nacional" o "manchar la imagen de los funcionarios". La prensa afirmó entonces que cuatro ciudades habían sido designadas como lugares de ensayo para sustituir el sistema por un programa de "rectificación del comportamiento ilegal a través de la educación". Algunos críticos temen que la futura reforma sea solo una operación de maquillaje.